OpiniónMiércoles, 7 de septiembre de 2022
El otro Humala, por Franco Consoli
Franco Consoli
Analista político

Si buscamos la palabra “descaro” en la Real Academia Española encontraremos que se menciona las palabras “desvergüenza, atrevimiento, insolencia o falta de respeto”. No creo que haya palabras mejores para referirnos a lo que está planeando el homicida Antauro Humala.

Mientras muchos medios se refieren al autor del “Andahuaylazo” como “excarcelado” -suavizando así su imagen- considero importante primero recordar que Antauro fue condenado por secuestro, rebelión, y lo más preocupante, homicidio. Así que debemos recordarlo como tal, y no como un “simple” excarcelado.

Un “levantamiento armado” es la idea que se vendió de sus actos, no ajenos a lo que el terrorismo hacía años atrás. Recordemos que fue el primer día del 2005 cuando Humala decidió tomar por la fuerza una comisaría exigiendo la renuncia del aquel entonces presidente, el nefasto Alejandro Toledo, además de pretender que regresemos a la constitución de 1979, abandonando la constitución actual, la cual considera una “basura”. Fue detenido dos días después y dejó en su haber cuatro policías asesinados.

Como sabemos, el hermano del ex presidente Ollanta Humala salió en libertad a finales de agosto y desde entonces ha tenido bastantes reflectores -más de los que debería, en realidad-. Y con harto descaro, como mencioné al inicio, ha señalado que planea ser nada menos que el próximo presidente del Perú.

Antauro tiene seguidores que lo ven no como un líder sino casi como un profeta, que fue condenado de manera falsa. Si algo debemos reconocerle es que tiene la habilidad de convencer gente o lavarles el cerebro. Y que mejor manera que hacerlo, que de la misma manera que lo han hecho tantos candidatos que han asumido el poder en los últimos años: con populismo. No hace mucho, tras aclarar que siente orgullo de su Andahuaylazo, optó por empezar con la jugada política, convenciendo al pueblo con populismo barato: pena de muerte para corruptos, una idea que por más inconstitucional que pueda ser -por más que le importe un bledo la constitución- enamora a más de un peruano cansado de escuchar la palabra “corrupción”.

Un déspota, un condenado, que no dudaría en tomar el poder tiránicamente si tuviese el respaldo de las fuerzas armadas. Aniquilando el sistema democrático, que considera un fracaso, y que no apoya.

Vivimos en el país de las maravillas, donde debemos preocuparnos de que un perfil como el del líder etnocacerista, porque la población y la ignorancia no dejan de sorprendernos. Porque por más que pueda sonar surrealista, no veo imposible que un hombre como él logre convencer a un gran grupo de peruanos, para ser un contendiente con chances de verdad para asumir la presidencia. Esperemos que los legisladores “se pongan las pilas” para evitar que un sentenciado por homicidio pueda ser candidato presidencial.

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