El 12 de septiembre de 1992, el Grupo Especial de Inteligencia del Perú (GEIN) logró capturar a Abimael Guzmán en Surquillo, el operativo se llamó “victoria”.
La estrategia fue maravillosa y su posterior presentación como un criminal, a nivel nacional, fue histórica. Abimael y la potente imagen de estar detrás de unas rejas es el símil en el que un animal salvaje, con ansias de devorar, termina siendo enjaulado para que no ataque a nadie más.
Y casi como un golpe de guion preparado, Abimael, 29 años más tarde, el 11 de septiembre del año pasado, muere en la cárcel de una neumonía, sus restos terminaron siendo cremados en secreto.
Cuando la bestia fue capturada dijo: “Si uno muere, esto (las ideas) queda”. De hecho, Oscar Arriola, jefe general de la policía nacional y encargado de la Dirección contra el terrorismo (DICORTE) declaró que, en la celebración de los 30 años por la captura de Abimael Guzmán, en la actualidad el Sindicato Único de Trabajadores de la Educación del Perú (Conare-SUTEP) es brazo político de Sendero Luminoso, además que el pensamiento Gonzalo sigue peligrosamente perenne y cada vez más cerca al gobierno actual, ya que Pedro Castillo ha sido uno de los fundadores.
Por eso es importante que la imagen de la bestia con traje a rayas en la celda nos recuerde que no debemos volver a esos años de terror. Además, tener presente que las ideas sí pueden ser peligrosas, siendo un deber del país condenarlas y no ser participe de una secta ideológica que, con tal de llegar a sus objetivos, no tienen reparo en matar y destruir a un país entero.
La bestia no está, pero su pensamiento todavía ensalza el terror, la violencia y atenta contra toda clase de formalidad democrática y Estado de derecho. No solo debemos enterrar al líder terrorista, también a toda la ideología que forjaron durante años y que, hoy en día, peligrosamente muchos jóvenes ignoran.