Este viernes, el Congreso debate la sexta censura del gobierno de Pedro Castillo. Esta vez el involucrado es Willy Huerta, ministro del Interior. Es lógico llegar a este punto y preguntarnos: ¿a qué se debe tanta inestabilidad en las carteras? El pasado martes 13, con la llegada de Jenny Ocampo al ministerio de Desarrollo Agrario, y el retorno de César Landa a la Cancillería, el gobierno de Castillo alcanzó los 70 cambios ministeriales. Esta cifra, propia de tan solo 14 meses de gobierno, supera la cantidad de cambios ministeriales que realizó Alan García durante los 5 años de su segundo gobierno.
Pero la inestabilidad en los ministerios no es nueva, se remonta a agosto del 2021 cuando se presentó la primera renuncia del gabinete Bellido, la de Héctor Béjar. Este recordado personaje fue el primero en abandonar el barco sin siquiera haber cumplido 1 mes en el ministerio de Relaciones Exteriores. Presionado a renunciar por sus declaraciones sobre el terrorismo y la marina, se pudo denotar el nivel de confrontación que tendría el ejecutivo con los demás poderes e instituciones del Estado en los siguientes meses. Sin embargo, han existido ministros aún más efímeros, un claro ejemplo es Héctor Valer, quien renunció al cargo de primer ministro luego de 3 días de haber juramentado. Si recapitulamos cada interpelación, cada renuncia y cada censura, encontramos un claro patrón: el presidente no tiene la capacidad para designar a gente idónea en cargos públicos. En los 400 días que lleva Castillo en Palacio de Gobierno, hemos visto juramentar a personas que tienen vínculos con senderistas, investigadas por corrupción, incluidas por la Fiscalía en organizaciones criminales, sin experiencia en los sectores o, peor aún, personas cuya única experiencia eran las estafas y los experimentos criollos como fue el caso de Hernán Condori, ex ministro de salud que promovió el agua arracimada como cura al COVID y ofrecía métodos de detección temprana de cáncer sin ser médico.
Curiosamente, existen dos ministerios que nunca han presentado cambios. Dos personas que han acompañado a Pedro Castillo desde el 29 de julio del 2021 y que lo acompañarán hasta el día que sea expectorado de Palacio: Dina Boluarte (MIDIS) y Roberto Sánchez (MINCETUR). Estas designaciones estratégicas lo han ayudado en el Congreso, poniendo a su disposición los votos de toda la bancada de Juntos por el Perú.
La conformación del gabinete actual tiene más puntos débiles que sólidos. Dejando de lado las dos censuras (Alvarado y Huerta), el gabinete sufre una suerte de presión inaguantable para cualquiera que no sea uno de los cuatro fieles de Pedro Castillo: Salas, Chero, Sánchez y Torres. Un ejemplo es Kurt Burneo, ministro de Economía, quien viene mostrando su hartazgo frente a las medidas populistas del gobierno y la mala administración de políticas públicas. Asimismo, se presentan duros cuestionamientos a otros ministros como Claudia Dávila (MIMP) por la designación de Beder Camacho, Rosendo Serna (MINEDU) por el reciente nombramiento de la directora de PRONABEC, y Alessandra Herrera (MINAM) por no consignar una investigación en su contra en su declaración jurada. También se ha citado en el Congreso el día de ayer al canciller Cesar Landa, para que explique las “nefastas declaraciones” del presidente Castillo en la ONU y las políticas internacionales del Perú.
En un ambiente de inestabilidad permanente como el que vivimos hoy en día, es imposible desarrollar políticas públicas sostenibles. Es imposible que en un gobierno tan errático como este, los principales problemas del país como la inseguridad, la falta de trabajo, la corrupción, la salud y la educación puedan ser resueltos. En este mar de caras nuevas, con un ministro nuevo cada semana, solo podemos esperar más de lo mismo, ¡Los ministros van y vienen, solo dos carteras se mantienen!