Los que ya tenemos algunos años de salidos del colegio recordaremos (algunos con cariño y otros con angustia) el famoso libro de las Fábulas de Esopo. El cuervo y la zorra en la carátula en la famosa historia del queso resultaron emblemáticos para varias generaciones. Relatos que como niños parecían alucinantes y creíbles, y que son equiparables a las fábulas y relatos que la izquierda le cuenta al pueblo respecto a los azotes del país.
El tema en cuestión ya es un asunto histórico, y ha sido comentado ampliamente por escritores, analistas políticos y varios congresistas. De nada sirve tener la razón en forma objetiva y con pruebas, si la narrativa es manejada por la izquierda. Como ejemplo: De nada sirve demostrar que la Constitución del 93’ nos ha salvado de entrar al social-comunismo y que -sin tanto bribón- nos ayudaría a ser el foco de inversión dorado en la región, si por el otro lado la izquierda culpa a esa constitución de todos los males del país, principalmente porque es la promulgó Alberto Fujimori.
Pobre Constitución realmente. Estoy seguro de que en algún sueño de opio la Vero y Sigrid le echarían la culpa a Fujimori y su Constitución del penal fallado por Cueva en Rusia 2018, o de lo nublado del verano limeño (por eso Sigrid veranea en la socialista Miami).
Hay una arista adicional. Obsérvese cómo la izquierda histórica y estratégicamente atribuye las muertes en protestas a los gobernantes que son de derecha (o que siendo de izquierda cuando no actúan como ellos quieren se vuelven automáticamente parte de la derecha). Los muertos eran culpa y responsabilidad de Merino, de Alan, de Dina. Como diría nuestro arquero villaranista y político de farándula: “culpa de la mismocracia de siempre”.
¿Y los muertos en las propuestas de abril en Ica y Arequipa contra Castillo? Ahí nunca nadie salió a lavar banderas ni decir que Castillo tenía las manos llenas de sangre. Como diría un conocido ex congresista de tibieza ecléctica, esoterismo e ideas nebulosas, “¡donde están los desaparecidos!”
La más reciente, para ubicarnos: “el pueblo quiere que cierren el Congreso y que se vaya Dina”. Todo esto mientras se ve que todo el pueblo quiere paz y trabajar, y que más bien grupos violentistas (de minoría) los obligan a cerrar sus puestos de trabajo. De terror.
Miren como pasó por agua tibia que (a) encontraron machetes, pasamontañas, hondas y clavos en locales de Nuevo Perú y la Confederación Campesina durante las “legítimas y pacíficas protestas” contra Dina en diciembre 2022 (narrativa cortesía de Sigrid Bazan); o (b) que la impresentable e inefable Zaira Arias tiró pintura en un espectáculo casi circense (digno de ella) en una marcha por la paz, ¿Cómo puedes estar en contra de una marcha por la paz y no ser sacrificado y vapuleada políticamente? Control de la narrativa.
BONUS TRACK: “Este realmente no era un Gobierno de verdadera izquierda”. El corolario cada vez que un gobierno de izquierda no lo hace bien es un clásico. La vieja confiable de los zurdos. Lo irónico es que llevan dos décadas poniendo presidentes. ¿Ollanta era de derecha? ¿Toledo era Trump acaso?
Es hora de demostrar y como decía el entrañable mago Markarián, desenmascarar, esas narrativas de izquierda, que más que históricas ya parecen sacadas del terror y sci-fi prime de Kubrick, con las disculpas a Kubrick, por supuesto.