Todos estamos muy al tanto de la situación actual en el país. Todos los días las noticias giran en torno a los subversivos y a lo que ellos llaman protestas. Ninguna nota es alentadora ni mucho menos reconfortante. Seguimos leyendo de muertos, de ataques, de carreteras tomadas, y de como estos hijos del caos se preparan para venir a manifestar su rebelión aquí en Lima.
Sin embargo, lo que me puse a ver en estos días, es cómo se ve, desde afuera del país, la situación que estamos viviendo. Leyendo caí en un artículo de “ The New York Times”, uno de los diarios más reconocidos del mundo, el cual no me gustó en absoluto. Su narrativa sesgada debería preocuparnos, dado que le plantean al mundoque el gobierno actual es un Estado opresor y prácticamente genocida, y que los subversivos son los verdaderos representantes del pueblo peruano.
Pero no lo son.
El articulo arranca explicando lo que buscan estos protestantes, un nuevo presidente, una asamblea constituyente, y toda la perorata que nosotros ya conocemos. Ponen a Castillo como la figura que había prometido atender la desigualdad y la pobreza, pero que fue destituido por intentar disolver el Congreso y gobernar para sí mismo. Suavizando el hecho que de verdad pasó.
Castillo intentó dar un golpe de Estado, intentó ser un dictador, y no lo logró. Pero eso no es lo que cuenta el “Times”
Plantean un Congreso angurriento por poder, que se niega a realizar un adelanto de elecciones. Cuando la realidad es que el Congreso acepta realizarlo, pero en un plazo sostenible y viable para la democracia peruana. Los peruanos no queremos otras elecciones, con más de lo mismo. No es egoísmo, como plantea el artículo, sino diligencia y no ceder ante el populismo ignorante.
Hablan de cómo 50 personas han muerto y de cómo se acusa al Ejército y a la policía de sus muertes. No mencionan cómo los “protestantes” andan armados, atacan a las fuerzas, recurren a la violencia sin ningún reparo y de cómo superan abiertamente en número a la PNP y a las Fuerzas Armadas. Pero claro, no hablan de los bebés que fallecieron por culpa de las carreteras bloqueadas ni del vandalismo visto en aeropuertos, carreteras, edificios del Estado, propiedad privada y en las calles.
Mencionan que un policía fue hallado muerto dentro de un vehículo oficial que se le prendió fuego. No, no encubran ni mitiguen lo que le sucedió a José Luis Soncco. Él no fue hallado muerto. Los protestantes, le dispararon, lo desarmaron, y lo calcinaron vivo. Lo vieron sufrir en las llamas, gritando del dolor hasta que murió. Luego pusieron un mensaje en el cadáver incinerado, exclamando la renuncia de la presidenta. Tenía 29 años y le prendieron fuego.
Pero eso si es mejor no contarlo, ¿No?
Según el artículo, los medios ignoran las protestas —los invito a ver un poco de nuestros canales nacionales—. Y recriminan que se les esté llamando terroristas a estos pobrecitos insurgentes. ¿Han visto los daños que han hecho los incendiarios en el último mes? Destrucción, caos, ataques, hasta intentaron dejar la capital sin luz, pero claro, esa es una protesta legítima. Aunque según Ipsos la mayoría del pueblo, no legitima las protestas.
No mencionan cómo el Movadef y Sendero Luminoso, uno de los dos grupos terroristas que dejaron miles de muertes en las décadas más oscuras de nuestra historia reciente, están apoyando y promoviendo este llamado de insurgencia. Claro, eso es mejor no mencionarlo. Dejan de lado la influencia de Evo Morales al sur de nuestra patria, buscando fomentar una neo constitución usando la boliviana de referencia ni los indicios de cómo entran desde Bolivia armas para los subversivos e inclusive gente para apoyarlos.
Eso es lo que le quieren plantear al mundo del Perú. Esa es la imagen que uno de los diarios más reconocidos y leídos en el mundo está dando de lo que pasa en tierras peruanas. Cuentan la historia que no viven y que honestamente no conocen. Lo que refleja otra vez, cómo la izquierda de una manera u otra, está consiguiendo contar su versión al mundo, mientras nosotros dejamos que lo hagan. Ellos cuentan, nosotros leemos.