OpiniónMartes, 21 de marzo de 2023
Crisis financiera en ciernes, por José Antonio Torres Iriarte
José Antonio Torres Iriarte
Abogado y analista político

En un escenario internacional signado por la invasión de Rusia a Ucrania y las presiones inflacionarias; los mercados financieros internacionales en los últimos días han mostrado claras señales de inestabilidad en Estados Unidos y Europa, lo que podría constituir el preludio de una crisis bancaria de consecuencias insospechables. El sistema financiero está cada vez más integrado y supuestamente mejor supervisado; sin embargo, no está exento de ser manejado irresponsablemente e incurrir en actos de corrupción punibles. Si con el alza de las tasas de interés, el Banco Central Europeo o la Reserva Federal de los EE.UU. tratan de reducir las presiones inflacionarias, no existe certeza que con los llamados "salvatajes bancarios" sea suficiente evitar el colapso de determinadas instituciones financieras. América Latina en la década de los ochenta fue frontalmente golpeada por la "crisis de la deuda", la inflación y la caída del PBI regional. La crisis del sudeste asiático de la segunda mitad de los noventa y la crisis financiera del 2008 marcaron la pauta de la economía latinoamericana en líneas generales.

El Perú debe observar con atención el devenir de los mercados financieros internacionales, más allá de que el sistema bancario nacional muestre señales de sólidez y solvencia. La economía internacional puede ser afectada por la incertidumbre y una caída del consumo, que puede tener su correlato en una reducción de nuestras exportaciones sobre todo no tradicionales.

Debemos comprender que si es importante la estabilidad del sistema financiero internacional, lo es también la sólidez de las economías públicas de los países latinoamericanos; dentro de esa línea de análisis está demostrado que es imposible reducir la pobreza de manera sostenida si a la par no crece año a año la economía nacional. Es insostenible la reducción de la pobreza sin alentar el crecimiento económico de un país. Por ello es fundamental atraer la inversión nacional y extranjera, crear empleo, multiplicar el valor de las exportaciones, aumentar la presión tributaria e incrementar el gasto público sin caer en el dispendio y la corrupción.

No cabe duda que la complejidad y la volatilidad del sistema financiero supera la eficiencia de cualquier tipo de regulación; más aún cuando los agentes económicos pierden la confianza y caen en el pánico y nerviosismo. Lo cierto es que es probable que el sistema financiero internacional esté al borde de una crisis que impactará más en aquellas economías latinoamericanas marcadas por los desequilibrios macroeconómicos.

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