EditorialDomingo, 16 de abril de 2023
Sobre las medidas contra los “limpiaparabrisas”

La semana pasada, el debate en torno a los “limpiaparabrisas” ha tomado por asalto el debate nacional con respecto a políticas públicas de seguridad ciudadana. Es curioso que un país que se desangra día a día producto de la violencia criminal le atribuya tanta relevancia a un tema como este. Un tema que, claramente, es un síntoma y no una enfermedad. Los cínicos dirán que es la cuota de demagogia de los políticos de turno y que medidas como esta son para la tribuna. Sin embargo, el problema que vemos es que hace ya un tiempo solo hay demagogia y nada de fondo para resolver los problemas.

Prohibir que personas —delincuentes o no— limpien parabrisas en las esquinas de la ciudad es un aborto lógico. Es como pensar que prohibir el crimen tendrá algún efecto. Lo único que se logrará con esta medida es complicar la vida de los agentes del orden y —en gran medida— distraerlos de la persecución de crímenes de mayor calibre. No pretendemos con esto decir que los hechos horrendos que han gatillado esta discusión deban ser ignorados. Pero los problemas deben resolverse con un análisis de fondo y con conocimiento de políticas públicas y no con esta forma de fuegos artificiales ridículos.

Sucede que hace ya varios años la administración pública ha empezado a despoblarse de cuadros capacitados. Desde los días en que el presunto delincuente Vizcarra Cornejo se hizo del poder y abusó de éste inició un proceso de pauperización de la administración pública que llegó a su punto de ebullición durante el breve gobierno de la izquierda y su criminal líder, Castillo Terrones. Esta situación ha llevado al sector de Interior (y al de Defensa, pero ese es tema para otra nota) a enfrascarse en discusiones de este tipo con autoridades locales argumentando sandeces como que hay que empadronar a la gente.

Se han confundido por completo las labores que deben cumplir los serenos y las que debe llevar a cabo la Policía Nacional y este teléfono malogrado ha hecho del país tierra fértil para que delincuentes hagan su agosto. Incidentes sangrientos como los recientes no se van a detener con medidas cacasenas como las que se están discutiendo, sino con estrategia y ejecución de calidad. Hacen muy mal los políticos que proponen prohibir lo que no puede. Y responde peor el gobierno central entrando en el debate y bajándolo aún más de nivel con contrapropuestas todavía más tontas. Es urgente enmendar el rumbo.

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