Paradójicamente, mientras los peruanos sufrimos los achaques del desgobierno y la falta de gestión pública, los mercados internacionales ven al país con mucho mejores ojos. Esto no implica que se crea que los problemas que sabemos que están allí no lo estén; significa —más bien— que para la Economía mundial no parecen tan relevantes como para los peruanos que deben cotidianamente lidiar con la tragicomedia en la que nuestra política se ha convertido. Este domingo en El Reporte intentaremos ver el vaso medio lleno (en el sentido económico) y entender qué es lo que el mundo observa en el Perú.
El sol es la moneda más estable de la región. La causalidad de este éxito es directa con la autonomía y la impresionante capacidad de Julio Velarde y el Banco Central de Reserva (BCR). Habiendo vivido esta última década no se puede negar que fue un gran acierto de los constituyentes de la Carta del 93 encargarse de rodear al BCR con una muralla china que impida injerencia política en la institución. Incluso, se sabe que Bolivia está comprando soles para estabilizar su economía tan venida a menos después de décadas de farra fiscal y populismo barato. Este es un gran punto a favor para el país.
El Ministerio de Economía y Finanzar (MEF) ha probado que no se presta a los apetitos políticos de los gobernantes de turno. Nuestras arcas fiscales se manejan con ortodoxia y, si bien lejanos lucen las tasas de crecimiento de hace unos años, todavía crecemos, aunque cada vez más lentamente. Los mercados nacionales se mueven dentro de los cánones esperados y la COVD-19 y sus estragos empiezan a convertirse en un mal recuerdo. Lamentablemente, este año empezó con un fuerte fenómeno de El Niño que saboteó industrias como el agro o la pesca que suelen ser poderosas en nuestro país.
El gobierno de la señora Boluarte, finalmente, parece haberse estabilizado bajo las reglas de la destrucción mutua asegurada. En cristiano: nunca tanta gente que jamás soñó con tener el poder que hoy tiene lo tuvo y el “que se vayan todos” que tanto repite la prensa acomodaticia causa terror generalizado entre quienes detentan el legítimo poder de adelantar las elecciones. La izquierda, por su parte, ha perdido momentum y sigue demasiado fresco el recuerdo del sombrero luminoso y uno de los peores gobiernos de la Historia del Perú: el referéndum constitucional está dormido.
Por último, la economía mundial se ha enfrascado en una batalla por la transición energética hacia matrices productivas más limpias que el petróleo o el carbón. Y allí el Perú tiene un as bajo la manga que permite esta curiosa inercia. La transición energética no es posible sin cobre. Y si el Perú tiene en exceso un recurso valioso para el mundo de nuestros días es ese: el cobre. Si llegamos al año 2026 y elegimos a un gobierno que tenga una idea, así sea remota, de cómo voltear el partido, el Perú bien podría volver a la senda del crecimiento económico y la lucha contra la pobreza. Que así sea.