Los escándalos del Niñeragate han hecho pasar por debajo de la mesa un hecho político de máxima importancia: el acuerdo de cese al fuego con el ELN. Este es una sumisión total del estado al narcoterrorismo y con él se demuestra un interés de acabar con el Estado democrático vía la implantación del socialismo del siglo XXI, que convertirá a Colombia en un narcoestado, emulando el ejemplo chavista de la vecina Venezuela. Lo que se presenta como un hito histórico y un gran avance en la Paz Total es en realidad una rendición del Estado ante el narcoterrorismo. En el acuerdo se oficializa el estado de cosas ventajoso ya existente para el ELN: una Fuerza Pública maniatada por la orden de no hostilidades (incluida labores de inteligencia… ¡el colmo!) y una organización terrorista que a cambio de semejante concesión del Estado, no se compromete a más que no atacar los efectivos militares y de policía, pero manteniendo todas sus actividades ilegales (cultivos ilícitos, minería ilegal, secuestro, extorsión, reclutamiento de menores, etcétera) en total impunidad. Es exactamente el mismo estado de cosas que existe para el ELN en Venezuela: tienen todas sus actividades ilegales con el permiso y la colaboración del Estado, mientras no hay ataques del ELN a los efectivos de la Fuerza Pública. Acá en Colombia el Estado no colabora, pero, ante el cese al fuego, la Fuerza Pública está maniatada y por lo tanto el ELN lleva la ventaja. “Las delegaciones también alcanzaron un acuerdo sobre la participación de la sociedad civil en el proceso, un asunto que siempre ha sido muy importante para la última guerrilla en armas. No obstante, no pactaron la suspensión de los secuestros y las extorsiones que lleva adelante la guerrilla, según ha señalado el jefe negociador del grupo armado, Pablo Beltrán. “Las operaciones de finanzas del ELN se comenzaron a discutir aquí, pero esa discusión no terminó. Se va a seguir discutiendo, no entraron en estos protocolos”, ha comentado en declaraciones a medios (https://elpais.com/america-colombia/2023-06-09/petro-sella-un-cese-al-fuego-de-seis-meses-con-la-guerrilla-del-eln.html).
El diario español señala una característica relevante de lo que está sucediendo entre el gobierno y el ELN: el primero no solamente no hará acciones contra el segundo, sino que este amén de continuar su guerra contra el Estado y sobre todo la población civil, al no cesar “sus operaciones de finanzas” obtiene del Estado su aspiración máxima: la tal participación de la sociedad civil, que no es más que la imposición a esta de los objetivos estratégicos del narcoterrorismo a través de una supuesta participación política, que bajo el estado de indefensión ante un grupo armado, no es más que la rendición de la misma a los intereses del ELN. El ELN obviamente se declara triunfante. “El ELN está cumpliendo 60 años de ser guerrilla. Este primer cese bilateral de esta extensión busca aportar a que Colombia cambie sobre la base de una premisa: Colombia cambia si todos cambiamos”, dijo Beltrán. Además, resaltó que el presidente haya dicho que el gobierno no perseguirá: “Eso para nosotros es muy importante porque si hay un cambio que hay que pedirle a Colombia es que cambie el régimen que viene. Que persigue”. De esta forma, según Beltrán, “no habrá necesidad de rebelión”. “Estamos hablando de cambios políticos. Si hay esos cambios políticos, es más fácil otro tipo de cambios. Por eso, nosotros entendemos este cese, que busca fundamentalmente un propósito humanitario y bajar la intensidad del conflicto, para que en Colombia haya un mejor clima para la participación de la sociedad en este proceso de paz. Consideramos que ese es de los aportes importantes de los acuerdos que hemos suscrito acá”, agregó Beltrán” (Gobierno Petro y el ELN firman el cese al fuego en La Habana. Lo escandaloso es que podrán seguir secuestrando y extorsionando. semana.com)
En conclusión, el gobierno se compromete a no perseguir al ELN mientras este cumple sus tradicionales actividades ilícitas y de persecución a la sociedad civil, en el entendido de que ambos se concertarán para hacer “cambios políticos”. Claro que se “baja la intensidad del conflicto”, pues este ya no existe: el Estado capituló ante el narcoterrorismo, y ambos implementarán “cambios políticos” que no sería ni más ni menos que la sustitución del régimen de democracia liberal por el de la dictadura del socialismo del siglo XXI, tal como se hizo en Venezuela. Petro cogobernaría con el narcoterrorismo, convirtiendo a Colombia en un narcoestado. Como lo señala el agudo analista José Alvear Sanín:
“Se han citado en La Habana dos movimientos comunistas de obediencia castrista para anunciar que ‘cesan el fuego’, que el primero de ellos había cesado contra el otro desde hace 10 meses. Como respuesta, el segundo se compromete a no disparar mientras se le respeten los territorios que ya domina, no se les estorbe el avance continuo hacia el control de otros y se les permita seguir narcotraficando, extorsionando (su tributación) e imponiendo desde ahora el modelo marxista-leninista y totalitario de sociedad en las áreas que ya controlan… La reunión Petro-García constituye el más aterrador anuncio de la revolución a la que uno y otro han dedicado sus vidas y a la que rinden exaltado y fanático culto religioso, que ambos van a imponernos inexorablemente” (http://www.lalinternaazul.info/2023/06/12/petro-es-del-mismo-equipo/).
El acuerdo es la homologación de la Fuerza Pública al cartel narcoterrorista de orientación marxista, y por medio del cual la primera claudica su monopolio de la fuerza a favor del ELN y este obtiene carta blanca para seguir cometiendo sus crímenes de lesa humanidad. Ni en sus sueños más optimistas habría el ELN pensado obtener tanto y ni en las peores pesadillas las fuerzas democráticas habrían entregado tanto al enemigo que quiere destruirlas,