EditorialDomingo, 9 de julio de 2023
Guerra avisada

Los servicios meteorológicos del mundo entero están en alerta: se ha anunciado la llegada de un fenómeno de El Niño global que ya muestra efectos alrededor del globo. Se han registrado las temperaturas más altas de la historia, mientras que, en ciudades como Lima, el calor sigue agobiando a los ciudadanos en una época en la que la niebla y el frío ya suelen haber tomado posiciones. Abrimos nuestra nota editorial de este domingo porque la llegada de un fenómeno de El Niño de la fuerza del de 1983 o del de 1997 pondría el último clavo en el ataúd de nuestra ya muy frágil economía. Se deben tomar medidas.

La actual legislación confiere a los gobiernos regionales y locales (corruptos e incompetentes en su mayoría) la ejecución del presupuesto nacional para contener los efectos de desastres naturales. Sin embargo, las cifras de avance en esas obras muestran que, sencillamente, no estamos preparados para enfrentar ningún desastre. Así las cosas, se hace necesario tomar medidas de prevención urgentes para no estar luego constituyendo autoridades encargadas de reconstruir, sin éxito, las consecuencias de una tragedia. Si algo debe hacer bien el débil gobierno de Boluarte es asegurar este asunto.

El gobierno de PPK, en su mejor momento de unidad y cohesión, fue puesto en jaque por El Niño costero de 2017. Y ya en ese entonces, el principal reclamo era la falta de prevención frente a una situación que sucedería tarde o temprano. Sucede lo mismo hoy, con el agravante de que la reconstrucción con cambios iniciada por PPK y "continuada" por Vizcarra Cornejo no fue más que una explosión semántica de fuegos artificiales. La insatisfacción de la población con la situación actual, la economía en el borde del abismo y la izquierda buscando desestabilizar a su propio gobierno son una bomba de tiempo.

En menos de seis meses, Perú podría estar sufriendo una tragedia natural brutal y no se está haciendo nada para prevenirla. En el primer mundo, donde las consecuencias deberían ser mucho menos lesivas, ya hay una retahíla de medidas preventivas en camino. En nuestro país, milenariamente vulnerable a los achaques de la naturaleza, nada se ha hecho. Estamos todavía a tiempo, pero el carácter y el sentido de urgencia son apremiantes. Nadie que hoy ostente poder tendrá derecho a decir en unos meses que El Niño no tomó por sorpresa. Como reza el dicho... guerra avisada...

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