Vargas Llosa se preguntaba a través de Zavalita: "¿En qué momento se jodió el Perú?".
Poco imaginaba don Mario que, después de una marcha por la toma de Lima patrocinada por el comunismo, se repetiría la escena de manera burlesca por sus acólitos después de haber entregado y puesto en peligro su vida en la citada manifestación.
La reina morsa en la cabecera, presidiendo la chelada, asfixiada de emoción y asma, comentaba: "Con esto me haré figura de luchadora social para mi campaña presidencial. Mozo, caviar, por favor".
Se interrumpió y le contestaron: "Solo hay huevera y queso Laive”. “Eso es para cholos", pensó la nueva luchadora social.
Y siguió: "Gino, sacaré cita con Álvarez para la lipoescultura".
Gino, galanteador profesional, señaló: “no es que la necesites, pero si con Toledo nos funcionó la imagen de buen padre, con el capitán Carlos la de defensor de derechos humanos y Peter Paul la de gringo pendenciero, dotamos de inteligencia a Castle, a ti te hacemos pasar por Twigi”. “Para eso solo necesitamos el apoyo de IPSOS, ¿tú qué dices, Castor Cano?”, remató Gino.
Pedro Castor Cano, en su infinita calva, participó en la conversación: "Ya anticipé a Mario el proyecto, me dijo que las coordinaciones sean con Alvarito y Jaimito, con entrevista en España con Jiménez el Santo. También coordinamos con Erni y el gago para que la fiscalía limpie candidatos, sobre todo al Santón y a la China. Los rábanos se mataron solos al aliarse con la China".
"Chinche, ¿cómo contribuyes para salvar el Perú?”, preguntaba la antes periodista y ahora luchadora social.“Mi estimada Morsita, tienes a El Moquercio contigo, más raspadilla sin jarabe. Ya se dispuso a La Mentirosa para ataque a la derecha”, respondió Chinche. “¿Y qué te dijo nuestro topo Nanito Paz?", repreguntó la morsita. "Le pidieron a la exalcaldesa que arme las coordinaciones a través de su hermano quién fue parte de mis huestes. Así, tenemos financiamiento asegurado del Brasil y del club. Gran trabajo del gago", se regocijó Chinche.
El aire empezó a enrarecerse con el olor a amoniaco de la cantina, mezclado con el de cerveza podrida y los primeros efectos de las lacrimógenas. La Morsa se levantó y echó a andar. Los manifestantes no sabían del aquelarre y solo miraban a un pelado, a un empañuelado y a un porfiado huyendo del populacho y del lumpen, con ojos rojos, estómagos dolidos y apretados caminares.
Y pensar que se fueron corriendo los que jodieron al Perú.