En el discurso de la presidente Dina Boluarte el 28 de julio en el Congreso, entre otros temas, se mencionó el "proyecto de ley que incorpora el grado de policía de orden y seguridad para fortalecer la seguridad ciudadana". Indudablemente, luego del análisis del contenido de dicho proyecto, tenemos una evidente posición crítica y de rechazo, porque no resolverá la inseguridad ciudadana, al contrario, corre el peligro de agravarla. Si la PNP, que le cuesta tanto trabajo reclutar y entrenar, no ha podido erradicar la corrupción, no queremos imaginar lo que harán civiles y reservistas con un magro entrenamiento policial, con uniforme y poder, que ninguna orden administrativa los detendrá. La cura será peor que la enfermedad.
Con el ánimo de contribuir al debate, tenemos que decir que, en los últimos 30 años, las acciones de prevención de la PNP no han logrado disminuir la criminalidad en ninguna parte del país. El principal problema no es la idoneidad de estos servicios preventivos, sino la impunidad rampante y la evolución constante del crimen. En efecto, han evolucionado los delincuentes, sus métodos y procedimientos (se mimetizan, son más violentos, vesánicos), sus recursos (económicos y logísticos), sus "relaciones" (sociales y políticas), e incluso las normas que los favorecen. Nada de esto se podrá combatir trayendo a este ámbito personas propensas a ver en el uniforme un mecanismo para tener dinero fácil para él o para el grupo criminal al que podría pertenecer de manera soterrada. No hay que abrir la puerta fácilmente.
Por otro lado, la inteligencia policial sí evolucionó, a la par del avance de la criminalidad. El desafío que significaba combatir las nuevas y cambiantes formas criminales obligó a todos los hombres de inteligencia a reinventarse, romper mitos (o taras) y saltar a la Inteligencia Operativa Policial (IOP). Esta decisión de no quedarse rezagados frente al fenómeno de la delincuencia conllevó que los agentes (oficiales y suboficiales) conformaran grupos de inteligencia (entre 1980-1989), el GEIN-BREDET (1990-1995), grupos ORION y otros (1995-2000), TERNA y DIVIAC hasta nuestros tiempos, como una respuesta eficaz a los fenómenos criminales que iban apareciendo. Las grandes capturas de terroristas, narcotraficantes, secuestradores, asesinos, violadores, raqueteros, realizadas por la inteligencia policial operativa, son la luz del camino hacia la paz social. Ahí debemos apuntar.
Hay diversos planteamientos que seguramente tendrán una verdadera eficacia respecto del proyecto de ley presentado. Por ejemplo, el cambiar la estrategia de la labor de los Comités de Seguridad Ciudadana (lo decimos con la experiencia que hemos tenido en el tema), hacer programas de reincorporación de oficiales y suboficiales en retiro para tareas exclusivamente administrativas, ayudando a privilegiar la labor operativa, mejorar el reclutamiento de cadetes y alumnos PNP, shock de inversiones para inteligencia y labores de patrullaje (así como se le acaba de asignar más de 900 millones de soles a las FFAA, es decir que sí se puede), todas ellas con la finalidad de romper el círculo de impunidad que rodea a los criminales. No queremos un "caballo de troya" de radicales que necesitan destruir el Estado para construir el suyo propio.
No es momento de probar recetas de otros países u otras realidades, porque la peruana es sui generis y la solución pasa por mirar dentro de nosotros mismos, a aquellas estrategias eficaces que han salvado el país, y apostar por eso. Por último, les decimos desapasionadamente y con respeto, que "no podemos amar más a nuestras ex instituciones que al país". Hacemos votos para frenar el proyecto de ley por el bien del país, e iniciar un debate amplio y técnico, con los policías del ayer, de hoy, en actividad y retiro. ¡Sí se puede!