En un escenario donde la lucha por la protección de los derechos de los menores es primordial, es inaceptable que un medio de comunicación de alcance nacional, a través del programa 'Emprendedor Ponte Las Pilas', haya caído en la aberrante trivialización de la sexualización infantil al permitir que niñas, en edad temprana, modelaran lencería en la televisión abierta. Este horroroso episodio ha generado justa indignación y repudio en las redes sociales, y la demora del canal en manifestarse al respecto solo ha agravado el descontento de una sociedad que clama por respetar y proteger la integridad de sus niños y adolescentes.
Resulta sorprendente y desconcertante que una producción televisiva, con conductores y equipo detrás de cámaras, haya podido ignorar las consecuencias y repercusiones de exponer a menores en paños menores. La Ley de Radio y Televisión es clara en su mandato de proteger a la familia, niños y adolescentes, y el programa en cuestión ha desafiado audazmente estas normativas al no solo permitir el irresponsable acto, sino también al difundirlo.
El Ministerio de la Mujer y el Ministerio de Transportes y Comunicaciones se han pronunciado con contundencia ante esta ofensa a la dignidad y protección de la infancia. El rechazo hacia el programa es unánime, y la solicitud de acciones legales contra el medio involucrado es una respuesta justa y necesaria.
La empresa productora, en su intento de calmar la tormenta, ha emitido un comunicado de disculpas y alega que la exhibición no contó con el consentimiento del comité editorial. ¿En serio? Quieren decir, en otras palabras, que no cuidan el contenido que transmiten y que esta exposición de menores en realidad es poca cosa.
Si bien es importante asumir responsabilidades, no podemos ignorar que, como adultos y profesionales de la televisión, su deber es proteger a los más vulnerables y nunca exponerlos a situaciones que puedan afectar su bienestar físico y emocional.
La decisión de América TV de cancelar definitivamente el programa es un paso en la dirección correcta. Sin embargo, la pregunta que queda en el aire es por qué fue necesario llegar a tal punto para tomar medidas drásticas. La inmediatez de la respuesta es tan esencial como la misma respuesta, y la demora del canal en manifestarse sólo aumenta las dudas sobre su capacidad para actuar con la diligencia requerida ante situaciones de esta naturaleza.
No podemos permitir que casos como este pasen desapercibidos o queden en el olvido una vez que la polémica disminuye. No podemos dormirnos ante una problemática tan aberrante. Normalizar estas prácticas nocivas en la sociedad solo perpetúa estereotipos dañinos y contribuye a crear un ambiente que vulnera los derechos de los más jóvenes.
Especialmente si hablamos en un contexto donde hay grupos que, a través de parafernalias sin sentido, tratan de desmerecer producciones como “Sound of Freedom” e invisibilizan lo escandaloso que es el tráfico de menores.
Tampoco podemos olvidar el precedente de la película “Cuties”, que estuvo en la parrilla de Netflix y fue ampliamente criticada por mostrar a niñas haciendo twerking, entre otras cosas. Si ignoramos esto, con el tiempo esto se acabará normalizando por inercia.