PortadaDomingo, 6 de agosto de 2023
Mincul: Propaganda ideológica

El Ministerio de Cultura (Mincul) viene desde hace un buen rato usando parte del presupuesto público de forma controvertida. Esto se evidencia no solo con el millonario premio que le dieron a la actriz Mayra Couto en 2021 para que produzca su serie Mi Cuerpa, mis reglas, sino también ahora con la promoción que le hacen a Rojo Profundo, documental que explora los entresijos del fallecido izquierdista Javier Diez Canseco. El énfasis del portafolio, a través de su órgano la Dirección del Audiovisual, la Fonografía y los Nuevos Medios (DAFO), de atender a personajes antisistema es diametralmente opuesto al interés que le pusieron para financiar posibles reconocimientos a referentes de nuestra historia republicana, sobre todo ahora que estamos en el marco del Bicentenario del Perú.

Líneas abajo un repaso a este patrón ministerial.

Las bombas de tiempo

El cine, como en la época del nazismo, viene siendo instrumentalizado no solo para implantar el ideario de movimientos progresistas —como el Black Lives Matter o el #MeToo— sino también, ya a escala local, para relativizar a personajes del sector izquierdista, entre estos algunos que cometieron crímenes como Hugo Blanco, quien asesinó a un policía.

El frente que viene dando un impulso a este tipo de materiales es el Ministerio de Cultura —creado en 2010—, a través de los premios DAFO. Aunque los incentivos también se dieron para películas de otra índole —ahí tenemos a Viaje a Tombuctú (2010)—, lo cierto es que hay un rosario de productos audiovisuales polémicos a los que han respaldado.

En este turbio panorama, resulta necesario poner de relieve a siete de estos trabajos que tienen un marcado sesgo ideológico y que fueron financiados con fondos públicos. En el caso de Rojo Profundo se desembolsaron S/130 mil para enaltecer la figura de Javier Diez Canseco, un personaje enraizado en la senda comunista, responsable además de trabar el desarrollo del proyecto Camisea en 1986.

En el caso de Ríos Profundos sobre Hugo Blanco se le otorgó S/119 mil, lo cual representó una dura apología a un homicida y a un activista de corte troskista. Asimismo, está El Viaje de Javier Heraud y La Pasión de Javier, ambos impulsados con una suma total de S/290 mil. Estos proyectos tejen un homenaje al poeta con tintes revolucionarios y su triste lid con las fuerzas del orden.

En esta misma lista está La Revolución y la Tierra, agraciada con S/145 mil y S/89 mil para su doblaje al quechua, adopta una loa hacia el régimen dictatorial de Velasco. También está la película Un Mundo para Julius, con S/130 mil y S/90 mil para el doblaje al aimara. Este último se expone como una obra que deforma preocupantemente la novela de Bryce Echenique con fines ideológicos. Finalmente, La Guardiana de la Laguna (la cuantía de su financiamiento permanece en las sombras), se enreda en la creación de una heroína ficticia, una suerte de resistente antiminera.

En una comunicación con El Reporte, el jurista e historiador Fernán Altuve nos indica que "los premios son para activistas ideológicos y no para esfuerzos de cultura patriótica". "Es la prueba del sectarismo político", agregó. Asimismo, indicó que el Ministerio de Cultura se convirtió en un "departamento de propaganda ideológica" y que ahora "la ideología es la que manda".

Factor Bicentenario

Pese a estar en un marco del Bicentenario, no se impulsó algún trabajo que rememore a distintos personajes de nuestra historia. De hecho, el mismo 2021, año que celebró nuestros 200 años de Independencia, los premios DAFO decidió premiar a Mayra Couto con 75 mil soles para que pueda producir una serie de nombre: “Mi cuerpo, mis reglas”.

"Era imprescindible un conjunto de documentales sobre la independencia y los actores de este proceso", apuntó el Altuve, quien además aseguró que "el Ministerio de Cultura es un ministerio de propaganda caviar". Y complementó diciendo que es "sectario" y que discrimina "a corriente políticas diferentes a las suyas".

También aprovechó para indicar que "el proyecto cultural del bicentenario ha resultado un fracaso porque a los caviares que son globalistas y odian los valores patrióticos no les ha interesado promover ningún esfuerzo serio por resaltar nada que resalte el patriotismo peruano".

Incluso hizo hincapié en que "si el Ministerio de Cultura no es una dependencia nacional, que sirva a todos a las interpretaciones, no es necesario que siga existiendo".

Indudablemente, este despliegue de recursos estatales trasciende la mera inversión en la creación artística, adoptando peligrosamente una agenda que desafía la imparcialidad y pervierte la esencia original del cine. En un país sediento de autenticidad y en una era donde la imparcialidad escasea, estas producciones adquieren el rol de piezas fundamentales en un enigma ideológico de mayor envergadura, cuyas implicaciones rebasan la pantalla para modelar y moldear la percepción colectiva.

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