El asesinato el 9 de agosto del candidato de derecha en ecuador, Fernando Villavicencio, podría ser la punta del iceberg de un problema mucho mas grave que la simple “lucha de clases” o “lucha política por el poder” que desenvuelve la izquierda sudamericana. Al parecer, ese estado de crispación política permanente estaría vinculándose con el crimen organizado y con el narcotráfico. Y no solo en el país norteño, sino también en algunos otros países de la región. Grave por donde se le mire.
Empezamos por el gobierno de Andrés Manuel Lopez Obrador (AMLO), presidente de México, quien es acusado de manera reiterativa de estar relacionado, o, por lo menos, de favorecer con una serie de acciones, a los cárteles de narcotráfico para mantenerse en el poder. Las evidencias de sus relaciones, o de sus gestos para con el crimen, están reflejadas, por ejemplo, con su tristemente frase “abrazos y no balazos”. Liberar narcos, tener “gestos” con la familia del “chapo Guzman” y otras tantas brutalidades políticas podrían estar sosteniendo a quien en definitiva debe caer por mantener la impunidad del narco y del crimen en su país.
El caso de Gustavo Petro es también escandaloso. Su hijo Nicolás ha declarado que recibió dinero del narcotraficante Samuel Santander Lopesierra conocido como “el hombre Malboro”, extraditado por narcotráfico a EE.UU. en 2003 y libre desde 2021, que ha usado para la campaña de su padre. Los actos de laxitud de Petro para con los criminales muestran una evidente relación que, al parecer, por el momento no necesita “utilizar”. Sin embargo, estas declaraciones que hacen tambalear a su gobierno podrían ser una “invitación” para que los cárteles entren en acción. Se vienen tempestades en Colombia.
En Perú, el acceso al poder de Pedro Castillo tuvo una evidente “ayudadita” de Sendero Luminoso, el grupo terrorista que está ligado al narcotráfico, tanto los que están en el VRAEM con los criminales Quispe Palomino, como con los “expertos asesinos” que han sido liberados por cumplimento de condena, sin haberse “rehabilitado”, quienes han creado “organismos de fachada” para ocultar su “ejercito guerrillero popular”, los verdaderos responsables de los actos vandálicos y criminales en las “protestas” o “tomas de Lima” que ellos mismos plantean, organizan y ejecutan. El gobierno de Castillo se caracterizó por “apoyar” el narcotráfico, dejando sin efecto las actividades de erradicación de la hoja de coca, el principal insumo para la cocaína.
Tampoco debemos olvidar que Castillo estaba “organizando” una fuerza paralela a las Fuerzas Armadas del Perú y además, según un agente encubierto que puso en evidencia las andanzas de “el español”, preparaba un grupo de sicarios y francotiradores para, muy posiblemente, acabar con sus enemigos. Como hemos dicho en reiteradas oportunidades, nada en estos temas de terrorismo, criminalidad, narcotráfico y su relación con la política, es por pura casualidad.
Hoy podríamos decir entonces que el “fenómeno “ criminal del avance del sicariato en varios países de la región, perpetrados por criminales venezolanos, estarían vinculados a una aparente “leyenda urbana” de que Nicolás Maduro abrió las puertas de las cárceles dejando libre a lo peor de la humanidad, para que vengan a nuestros países a generar el caos y la violencia. Miremos Ecuador ahogándose en violencia, miremos Perú con Pataz casi tomada por extranjeros apoderándose no solo del pueblo de la ciudad norteña, sino también de las empresas mineras del lugar. Desde aquí hacemos la advertencia que los demás emporios mineros hoy están en peligro por esta plaga de criminales desplazándose y emplazándose en diversos países de Sudamérica.
Las fuerzas oscuras del narcotráfico y otras formas criminales parecen haber encontrado la manera de hacer alianza con la política, en especial de la izquierda, para “ayudar” a tomar el control de los países que estén en proceso hacia el “socialismo”, o de quienes quieren ir hacia ese utópico sistema político. Este es un juego peligroso y letal iniciado por fuerzas políticas de izquierda, y no solo por los crímenes que se cometerán para su “consolidación” como “narcoestado”, sino porque podrían tomar el control de los países sin mayores resistencias.
Hoy corresponde a que en Perú nos dejemos de propuestas populistas en materia de seguridad. Necesitamos una autoridad fuerte capaz de poder arrinconar a toda forma criminal, derogando las normas que “despenalizan” y creando, construyendo o acondicionando cárceles para que en esos rincones se ahogue la impunidad, esa que les permite creer que pueden ser mas criminales aun.
Se necesita un gobierno fuerte, contundente y definitivo en materia de seguridad, sino serán cómplices de lo que pase en el futuro, empezando por poner en peligro a los candidatos de derecha que se presentarán para las elecciones del 2026. Estamos advertidos.