¿Alejandro Soto Reyes censurando a Alejandro Soto Reyes? Al parecer, sí. Y espero no haber sido el único leyendo la anterior línea con la voz del nefasto parlamentario. Este personaje, que en sus tiempos como candidato era risible por la excentricidad con la que presentaba su campaña, ahora queda como el infame presidente del Congreso que le importa poco tener que limpiar su nombre.
Ha pasado un mes desde que Alejandro Soto llegó a la presidencia del Congreso por deseo de César Acuña y todo apunta a que no durará mucho más en su cargo. Los numerosos cuestionamientos a su persona sumado a su actitud prepotente con la prensa le han jugado una mala pasada. Si bien en un inicio se creía intocable por el respaldo que el bloque democrático le otorgó, cada vez más son los congresistas que critican su actitud.
Nano Guerra, quien ocupa la primera vicepresidencia del Congreso, se ha dedicado en sus últimas declaraciones ante la prensa a sobonear a Soto de una manera exagerada, casi láctea. Una cosa es defender la resquebrajada institucionalidad del Legislativo y otra es minimizar las graves imputaciones en contra del presidente del Congreso. ¿A qué juega?
Además, si bien se debe de respetar el debido proceso contra Soto, esto no significa que no existan “anticuchos” en su contra o que todos deberían ignorarlo porque simplemente no hay aún una sentencia en su contra. ¿No se le puede decir nada porque no hay una sentencia o un juicio llevándose a cabo?
La realidad es que Soto es más perseguido como un sex symbol, solo que en lugar de fans, tiene al Ministerio Público, Procuraduría General, Poder Judicial, Comisión de Ética y a la Contraloría detrás de él. Seguramente, dejando también muchos suspiros.
Por si fuera poco, el distinguido titular de la mesa directiva decidió usar el truco del golpista Castillo: victimizarse por su procedencia. “La prensa limeña no quiere perder y me sigue dando duro, pero se equivocan conmigo porque poco o nada me interesa lo que digan” declaró hace unos días para Canal N.
En un delirio de grandeza, Soto manifestó que el trabajo de unos periodistas para develar sus actividades ilícitas sería el mayor logro de su carrera.
El argumento de los congresistas que defienden a Soto es que se evita el “mal mayor”. La pregunta entonces sería ¿Soto es el mal menor? Es cierto que hay una degradación progresiva y preocupante sobre la decadencia de la calidad del parlamento, pero esto no debe significar que los ciudadanos debemos de conformarnos con lo peor y tratar de maquillar la verdad para que no se vea tan mal.
Y la pregunta que resta: ¿De verdad puede venir algo peor que Soto? Está claro que Perú Libre ni ninguna otra bancada de izquierda o caviar no tiene posibilidad de hacerse con la presidencia del Congreso.
Unas fuentes me revelaron que los mayores interesados en que Soto salga de la presidencia sería la bancada de Renovación Popular, para que se repita el factor Williams; es decir, que luego de la vacancia, la presidencia del Congreso sea ocupada por una bancada que no participó en la conformación de la mesa directiva. El año pasado fue Avanza País y este año es Renovación Popular.
Lo cierto es que las notas periodísticas relacionadas a Soto se vuelven obsoletas en cuestión de horas porque siempre sale algo nuevo. Aunque un sector de la prensa ya se resignó, los reproches al presidente del Congreso continúan. Este desgaste ya está acelerando el hartazgo de la tregua que le dio el bloque democrático. Soto no cambiará, eso ya es seguro. Solo queda ver qué tan rápido se hunde hasta su inevitable censura. Pero que, una vez se haga realidad, se debe de tener claro que el principal culpable de su salida es él mismo.