El presidente Lula volvió a provocar otro terremoto diplomático. Al filo de la Cumbre del G-20 desafíó a la Corte Penal Internacional y prometió que jamás arrestaría a Putin, si este llegase a la Cumbre del G-20 en Rio.
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Brasil recula. Tras una avalancha de críticas y en cuestión de horas, Lula dijo que “si Putin decide ir a Brasil, serán los tribunales quienes decidan si será arrestado. No yo”. En marzo la CPI giró orden de captura contra el tirano ruso por atroces crímenes de guerra en Ucrania.
Lula mintió. El tres veces presidente de Brasil dijo que “ni siquiera sabía de la existencia de la CPI”, pero en abril de este año indicó que el expresidente Bolsonaro debía ser juzgado en un tribunal penal internacional por las muertes causadas por la pandemia del COVID.
“Un día este hombre (Bolsonaro) tendrá que ser juzgado en un tribunal internacional por la masacre que ocurrió en nuestro país”, dijo Lula durante su visita a España, en abril de este año. Hace apenas 5 meses.
Liderazgo de Brasil crece e incapacidad de Lula también. Brasil preside el G20, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la OPS, el Banco de los BRICS y muy pronto será parte del Consejo de Derechos Humanos de la ONU.
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Un regreso vergonzoso. Lula ha regresado a los foros internacionales, pero ha sido reprobado en la defensa de la democracia y los derechos humanos. Es el paladín de los regímenes de Rusia, China, Cuba, Venezuela y Nicaragua.
Embajador oficioso de la dictadura de Cuba. El pasado 23 de agosto el presidente de Brasil invitó al exmandatario de Uruguay Pepe Mujica a visitar Cuba para dialogar con el régimen marxista sobre “apertura económica”.
Regresan las brigadas médicas. En julio pasado, el presidente Lula volvió a instaurar el Programa Más Médicos y la llegada de las controversiales brigadas médicas cubanas, consideradas por la ONU como esclavitud moderna.
Apoyo a Maduro. En mayo, el presidente Lula recibió con alfombra roja al dictador Nicolás Maduro en el palacio de Planalto y dijo que sus crímenes de lesa humanidad eran mera narrativa que se debía reformular.
Corrupción e inhabilitaciones. El presidente de Brasil dijo estar desinformado sobre las cobardes e ilegales inhabilitaciones en Venezuela. Insiste en que la eliminación de sanciones a Maduro es la cura a todos los males.
Maquillar a Daniel Ortega. En junio, Brasil intentó blanquear a Ortega en la OEA, pero afortunadamente fracasó. Insinuó que en Nicaragua existía una democracia, con algunas falencias que se podían subsanar. Vergonzoso.
Lula es un negacionista. El presidente de Brasil se niega a condenar a los 1.400 presos políticos que totalizan las dictaduras de Cuba, Nicaragua y Venezuela. Ha hecho todo lo posible y lo imposible para defenderlas y justificarlas.
Esconder crímenes con agenda verde. La agenda ecoamigable de Lula en la Amazonia ha servido para hacer buena prensa, pero mala política exterior. No se puede salvar al planeta y defender a dictadores. Proteger árboles y no la vida de seres humanos. Hay una delgada línea roja y parece que Lula la transgredió hace buen rato.