El Perú está enfrentando una crisis de inseguridad que se está saliendo de las manos. Se ha revelado que un alto cabecilla del Tren de Aragua despecha tranquilamente desde la prisión de Challapalca. Asimismo, existen reportes que indican que otros cabecillas recientemente escapados de prisión en Venezuela podrían estar ya en territorio peruano, listos para seguir operando con impunidad.
Mientras tanto, ya hay ciudadanos que están cobrando justicia a mano propia. Así, vimos como durante el fin de semana, dos ciudadanos venezolanos fueron acribillados en el Callao y, por otro lado, hubo otros dos que fueron brutalmente golpeados por la persona a la que le robaron una moto. Estas personas están poniendo en riesgo su vida ante la ineficacia de las autoridades.
En ese contexto, tras la declaración del estado de emergencia en los distritos de San Martín de Porres y San Juan de Lurigancho, 33 alcaldes distritales de Lima oficializaron un pedido para que el Poder Ejecutivo declare en emergencia a Lima Metropolitana.
Si tenemos en cuenta que el estado de emergencia declarado para los distritos de Lima Norte incluye la prohibición de las fiestas o eventos sociales y espectáculos entre la medianoche y las 04:00 a.m., no sorprendería que esta medida se expanda a todo Lima Metropolitana en caso el Ejecutivo acate el pedido de los alcaldes. Por su parte, el premier Otárola ha aclarado que esta medida no se trata de un toque de queda, sin embargo, se le parece muchísimo.
¿Será esta medida eficaz para combatir la inseguridad? Creemos que no. Para empezar, la mayoría de los delitos tales como la extorsión y los robos ocurren a la luz del día. Muchos incluso se realizan por medios virtuales y electrónicos, por lo que limitar la actividad de los ciudadanos en un horario específico no parece ser la mejor idea.
Lo más probable es que esta medida sea un rezago indeseado de la pandemia, en la que se trató de arreglar todo en base a cuarentenas, toques de queda y otras restricciones a la libertad. Lamentablemente, se acabó la pandemia del SARS-CoV-2, pero nuestros políticos siguen teniendo una pandemia mental, y mientras esta se mantenga, no explorarán nuevas opciones para combatir la inseguridad pues tienen a la mano la vieja y confiable declaratoria de estado de emergencia con su respectivo toque de queda.
Finalmente, la presencia de las fuerzas armadas en la calle puede tener cierto efecto disuasivo, pero si no se acompaña de investigaciones profundas y condenas ejemplares, la criminalidad sólo irá en aumento en tanto no se está atacando el problema de fondo.