El resultado electoral de Argentina nos dejó a muchos con un sentimiento de esperanza, luego de que el libertario Javier Milei haya logrado la titánica tarea de vencer al peronismo representado por Sergio Massa con una contundente y amplia victoria.
Por lo que me comentan algunos amigos que estuvieron en Argentina viviendo este proceso electoral, el éxtasis está desbordado, hay gente que fantasea casi sexualmente con las medidas anunciadas por el histriónico economista.
Dinamitar el Banco Central, eliminar la mayoría de los ministerios, reducir el Estado, quitar los subsidios a gente que no trabaja, privatizar las empresas estatales, dolarizar la economía, qué placer. Qué delicia.
Pero fuera de estas elucubraciones desbordadas — y parcialmente justificadas por el presente catastrófico de Argentina — hay que pensar de manera fría. Ya se ganó y el peronismo ya está alistando sus maletas para dejar la Casa Rosada el 10 de diciembre.
Como es propio de cualquier campaña política, los candidatos dicen que cumplirán lo que prometen en un plazo muy corto, casi milagroso. Pero todos sabemos que la realidad no es así. Con esto, no quiero decir que Milei haya mentido en campaña, solo que, al igual que muchos presidentes de todos los tintes políticos, una vez llegados al poder ven lo complejo que es mover las cosas y ejecutar sus planes.
Tal como anunció el libertario, la situación en la que se encuentra es tan crítica en materia económica, que sería torpe pensar que se podrá salir de tal situación en cuestión de días. Este lunes, por ejemplo, anunció que le tomaría entre 18 y 24 meses controlar la inflación de su país. Así que se estarían viendo algunos cambios, por lo menos, a mediados de 2025. El proceso no será imposible, pero será lento. Así es el mundo real.
Lo mismo se puede decir de los subsidios. En el último debate antes de las elecciones, Massa quiso desencajar a Milei con este tema tan sensible. El libertario, consciente y precavido, argumentó que no los tocaría hasta que Argentina se recupere de la catástrofe económica en la que se encuentra. Fuera de su imagen enérgica, ha demostrado que es una persona bastante sensata.
Y esto sin mencionar la situación en el Legislativo, que posiblemente sea uno de los espacios donde más se le dificultará a Milei promover sus propuestas. Unión por la Patria (peronismo) es mayoría en las dos cámaras que componen al parlamento. Aquí es donde se pondrá a prueba la capacidad de los legisladores afines al presidente electo para lograr consensos y llevar adelante sus propuestas, las cuales esperemos lleguen a buen puerto.
Milei ya ha demostrado ser un personaje sin precedentes, fiel a sus ideales y con la intención de cambiar a su país, pero hay que ser sensatos y no pedirle imposibles. Hay que darle tiempo al tiempo y, por supuesto, también trabajar desde la ciudadanía para construir una patria mejor.
Cabe recordar que aquellas personas que esperan que los políticos hagan mucho, posiblemente son mediocres o le creen a mitómanos. Ya se tiene el ejemplo de Castillo y sus votantes que esperaban que el profesor chotano que bordea el analfabetismo refundara la república. Paciencia y trabajo, Argentina. El cambio ya inició.