La guerra entre Hamas e Israel sigue generando debates y controversias a nivel internacional. Para comprender este conflicto y sus repercusiones en Oriente Medio y el mundo, es fundamental analizar factores que van más allá de los titulares y narrativas. En una entrevista, el experto en Crimen Organizado Internacional, Hugo Acha, destaca diversos componentes que arrojan luz sobre la situación.
Un punto fundamental señalado por Acha es la necesidad de desvincular a Hamas de la representación legítima de la causa palestina. Hamas no es el gobierno palestino ni una autoridad reconocida, sino una organización terrorista, con vínculos al crimen organizado y financiamiento iraní; distinción crucial para evitar generalizaciones injustas que estigmatizan a la población palestina en su conjunto. Además, es relevante destacar que la población israelí no siente antagonismo hacia la cuestión palestina, sino una relación histórica y de cercanía entre ellos.
El primer punto de incursión durante la fatídica jornada del 7 de octubre fue el único acceso peatonal desde Gaza hacia Israel, por donde cruzaban 4 mil trabajadores palestinos, muchos que han lamentado lo sucedido; demostrando que no puede culparse a la población palestina por las acciones de Hamas.
El papel de Irán no puede pasarse por alto, país vinculado estrechamente con Hamas, que participa en la organización, logística y financiamiento. Esta influencia se extiende a la administración de relaciones con gobiernos en el mundo, incluyendo países del "socialismo del siglo 21" en Latinoamérica, planteando la necesidad de comprender la legitimación e implicaciones internacionales de Irán.
Lo sucedido el 7 de octubre no fue una operación aislada, fue un evento inscrito en un proceso estratégico más amplio. Estas maniobras aprovechan las debilidades de la democracia y se basa en actividades ilícitas como el narcotráfico, trata de personas, blanqueo de capitales y contrabando para ejecutar agresiones constantes. Mientras Hamas no está sujeto a votaciones, validación de elecciones o pesos y contrapesos; Israel opera bajo las reglas democráticas y debe hacerlo de manera responsable.
El conflicto entre Hamas e Israel presenta múltiples dimensiones. Hamas tiene como objetivo declarado establecer un califato islámico, relacionándose conceptualmente con grupos como ISIS. Pero Israel, a pesar de sus capacidades militares y de inteligencia, debe comprender la nueva dinámica del conflicto, que involucra actividades ilegales como el lavado de dinero a través de criptomonedas para solventarse. La prioridad de Israel debe ser romper con las fuentes ilícitas de financiamiento.
La pérdida de vidas humanas, en el lado israelí y palestino, es una tragedia que no debe subestimarse. Los casos de ciudadanos extranjeros, incluyendo argentinos, colombianos y brasileños, subrayan la necesidad de que los gobiernos reconozcan el sufrimiento de sus ciudadanos y tomen medidas para abordar las atrocidades cometidas. Sin embargo, actores y medios de comunicación involucrados en la construcción de las narrativas del conflicto influyen y distorsionan la percepción pública.
Los Acuerdos de Abraham han sido un hito en la normalización de las relaciones entre Israel y países árabes que incluyen Arabia Saudita, Marruecos, Egipto y Jordania, centrada en contrarrestar la influencia de Irán en la región. Sin embargo, la incertidumbre sobre la política de Estados Unidos, que busca restablecer el acuerdo nuclear con Irán, genera preocupaciones en estos países, cuestionando la estabilidad de los compromisos.
El análisis de la política actual en Oriente Medio revela una complejidad que trasciende las narrativas simplificadas. Es fundamental comprender los múltiples actores involucrados, dinámicas estratégicas e implicaciones internacionales. Por ello es esencial abogar por los derechos humanos y los valores occidentales en este entorno geopolítico desafiante. La preservación de modelos democráticos, la libertad y derechos humanos deben ser los objetivos fundamentales en la política actual.