EditorialMiércoles, 13 de diciembre de 2023
Libertad o Muerte

Haciendo referencia a la batalla de Ayacucho, el historiador Jorge Basadre sostuvo que "iniciada bajo las condiciones más adversas, la campaña final de la libertad del Perú terminó con una victoria que es el más alto título que América ostenta ante la historia y ante el porvenir".

¿Qué motivó al preclaro historiador de la República a referirse de esa manera a una de las muchas batallas que se llevaron a cabo en territorio peruano? La respuesta se da por el alcance de sus consecuencias, las mismas que no se limitaron al medio geográfico local, sino que se proyectaron a todo un continente. Incluso, sus protagonistas, ya sean españoles o no, tuvieron destacadas e inmediatas actuaciones posteriores en sus países, definiendo el perfil político de las nuevas repúblicas hasta pasada la segunda mitad del siglo XIX. Por ejemplo, los nombres de La Mar, Gamarra, Santa Cruz, San Román, Pezet, Castilla, Orbegoso, Bermúdez, Salaverry, Gutiérrez de la Fuente y muchos más dieron forma al turbulento pero formativo siglo decimonónico peruano.

Por otro lado, los Ayacuchos, como se denominó a un grupo de altos oficiales hispánicos que regresaron a la península, asumieron preeminentes roles en la jerarquía estatal de la monarquía española, tales como Rodil, Canterac, Valdés, Espartaro (que no estuvo en la batalla) y otros.

Lo ocurrido en la pampa de la Quinua, aquel 9 de diciembre de 1824, hace 199 años, fue una batalla entre dos ejércitos compuestos, principalmente, por soldados de la misma nacionalidad de nacimiento, así como por otros que al nacer pertenecieron al mismo sistema político del otrora imperio español en Sudamérica. Todo ello enmarca a la batalla que hoy rememoramos dentro de una guerra civil, más que internacional. Hermanos como los Tur y los Castilla se abrazaron antes del inicio del enfrentamiento, divididos por sus convicciones que los llevaron a ser parte de un choque de anhelos que costó la vida de aproximadamente 2000 personas. Tampoco olvidemos que en dicha campaña y batalla estuvieron presentes bravos hombres de Europa, incluidos españoles que lucharon por la independencia de América.

José de la Riva-Agüero y Osma escribió que "en este rincón famoso, un ejército realista, compuesto en su totalidad de soldados naturales del Alto y del bajo Perú, indios, mestizos y criollos blancos, y cuyos jefes y oficiales peninsulares no llegaban a la décima octava parte del efectivo, luchó con un ejército independiente, del que los colombianos constituían las tres cuartas partes, los peruanos menos de una cuarta, y los chilenos y porteños una escasa fracción. De ambos lados corrió sangre peruana. No hay que desfigurar la historia. Ayacucho, en nuestra conciencia nacional, es un combate civil entre dos bandos, asistido cada uno por auxiliares forasteros".

En esa misma línea, el embajador Carlos Buller sostiene que "la empresa emancipadora, no hay que olvidarlo, fue un esfuerzo continental por una causa común, y el sentimiento de pertenencia a una misma comunidad de países hermanos estaba en uno de sus mejores momentos".

La batalla comenzó a las diez de la mañana y terminó a la una de la tarde, teniendo las fuerzas libertadoras el lema de "Libertad o Muerte"; nada más cercano a lo que estaba en juego aquella mañana andina. Antonio José de Sucre, general en jefe del ejército unido, concluía su parte de guerra escribiendo que "la campaña del Perú está terminada: su independencia y la paz de América, se han firmado en este campo de batalla. El Ejército Unido cree que sus trofeos en la victoria de Ayacucho sean una oferta digna de la aceptación del Libertador de Colombia". Añadió que Canterac, comandante en jefe del ejército español, se presentó junto al general cuencano La Mar –antiguo brigadier de las armas españolas y ex presidente de la Junta Gubernativa del Perú de 1822– para pedir la capitulación, la misma que "fue ajustada sobre el campo de batalla" y que resultó en la entrega al Ejército Libertador, por parte de los realistas, de los "restos del ejército español, todo el territorio del Perú ocupado por sus armas, todas sus guarniciones, sus parques, almacenes militares y la plaza del Callao con sus existencias".

En conclusión, la batalla de Ayacucho aseguró todos los esfuerzos independentistas alcanzados desde la Gran Colombia hasta las Provincias Unidas del Río de la Plata y Chile; dando por concluida aquella jornada continental iniciada en 1810, y dando comienzo a una nueva forma política de organización social que tuvo importantes bemoles y puso a prueba si los hispanoamericanos teníamos o no los quilates necesarios para ser ciudadanos y no súbditos.

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