Acaba un año 2023 con muchas preguntas mas que certezas. Y en el caso peruano la certeza se ha vuelto cada día mucho más complicada que se pueda dar. Vivimos en cambios constantes desde autoridades, políticas, programas, paradigmas, pero lo que si queda muy claro es que este año, con los cambios de gobiernos que se han producido en la región, el concepto de “batalla cultural” que tanto Agustín Laje y Miklos Lukacs frecuentemente utilizan,ha quedado gravado en muchos de los políticos de derecha de nuestros país, lo cual ya es un enorme logro, pues sin mayores recursos es un concepto que ha calado, pero que se debe seguir trabajando desde los centros pensamiento durante el 2024.
Ahora bien, creo que de este concepto podemos desagregar dos conceptos más que unidos a la batalla cultural deberíamos trabajar seriamente tanto en la formación académica (universidades y centros de pensamiento) y en la formación política. El primero es el de batalla cognitiva, pues ante el relativismo de pensamiento que estamos viviendo, donde las bases de la razón y la antropología pasa a un constante devenir, donde ahora podemos cuestionar y poner en duda incluso de lo que somos, y van rompiendo todo concepto de verdad. Nos vamos quedando en un relativismo cognitivo donde nada podemos definir, pues atentaríamos contra “la libertad de pensamiento”.
El segundo es la batalla moral, pues en una sociedad donde el relativismo moral es la regla única, donde la amoralidad se ha convertido en “lo natural” o donde la moralidad es una “construcción social”, donde hablar de valores o virtudes es atentar contra cualquier tipo de “autonomía y tolerancia a la diversidad”, cosa que en pleno siglo XXI es prácticamente inadmisible por los derechos adquiridos por las minorías, pues las mayorías es cosa del pasado.
Se viene un año 2024 donde vamos a continuar desde los que creemos desde un inicio que esta es una carrera de largo aliento, que en el camino muchos se van a bajar del carro o te sacaran un titular, pero para los que estamos seguros de que este es el camino que debemos construir, donde ya no estamos solos en Iberoamérica, y que cada vez somos más que nos unimos, el 2024 seguirá siendo sembrar la buena semilla del pensamiento y la coherencia. ¡Allá vamos 2024!