Era cuestión de tiempo para que las mafias que progresivamente estaban copando el poder en Ecuador reaccionaran en contra de su gobierno. En las últimas horas, el país vecino ha sido testigo de una ola de miedo y violencia que ha llevado al país a la sombra del terror.
Actos criminales que incluyen coches bomba, secuestros de policías, incendios de vehículos y amenazas al presidente, Daniel Noboa, han sumido a la nación en una espiral de caos que podría compararse con actos terroristas. Este escenario, alarmante por sí mismo, plantea no sólo un desafío interno sino también una advertencia para la región, especialmente para Perú, que podría enfrentar un destino similar si no se toman medidas adecuadas y contundentes ante el crimen organizado y las mafias internacionales.
Las acciones de las bandas criminales, que han declarado la guerra al Estado, no pueden ser consideradas simplemente como actos delictivos. Los coches bomba, la retención de policías y la toma de prisiones son tácticas que, lamentablemente, nos remiten a escenarios internacionales de terrorismo y nos recuerdan una de las peores épocas de nuestro país. Ecuador está siendo amenazado desde adentro, por aquellos que buscan sembrar el miedo y la desestabilización. De hecho, están circulando varios videos en donde se puede ver la brutalidad con la que operan estos individuos. En uno de ellos se aprecia cómo le disparan desalmadamente a un policía que pedía por su vida.
El presidente Daniel Noboa se encuentra en un dilema muy delicado en el que tiene que obrar de la manera más cuidadosa posible. Las amenazas directas y la guerra declarada por los criminales plantean desafíos significativos para su administración. La comparación con terroristas no es gratuita, ya que las acciones llevadas a cabo buscan no solo desafiar al gobierno sino también infundir terror en la sociedad ecuatoriana, a la cual le han pedido que se queden en casa, pues según ellos es más bien un asunto pendiente con las fuerzas del orden. El hecho de que las bandas criminales tengan el poder suficiente para incitar al miedo y desafiar al Estado demuestra la gravedad de la situación.
Es imperativo señalar que, de no abordarse de manera efectiva y decidida, la crisis en Ecuador podría servir como un trágico precedente para otros países de la región. La comparación de las bandas delictivas ‘los Choneros’ y ‘Los Lobos’ con actos de esta naturaleza sugiere que estas bandas no solo representan amenazas locales, sino también potenciales desencadenantes de una espiral regional de violencia y desestabilización.
La fuga de alias 'Fito', líder de Los Choneros, y la detención de Fabricio Colón Pico, alias 'El Salvaje', son eventos que han desencadenado la furia de estas bandas criminales. La falta de control en las cárceles ecuatorianas y la toma de rehenes, incluidos agentes penitenciarios, subrayan la gravedad de la situación.
El presidente Noboa ha decretado el estado de excepción, pero esta medida debe ir acompañada de acciones contundentes y estrategias efectivas para restablecer la paz y el orden. Ecuador no puede permitirse negociar con terroristas ni ceder ante la violencia desatada por estas bandas criminales.
La región está observando con atención los eventos en Ecuador, y Perú debe tomar nota. La amenaza de la criminalidad organizada y el potencial vínculo con el narcotráfico requieren una cooperación regional y estrategias compartidas para prevenir que la violencia se propague más allá de las fronteras. Ecuador no debe enfrentar esta ola de terror solo, y la región debe unirse para evitar que la sombra del miedo se extienda por todo el continente.