Esta semana explotó en Latinoamérica un curioso caso de snowball de información falsa que escaló a proporciones enormes y todo gracias a la falta de rigurosidad periodística.
Resulta que Geraldine Fernández Ruiz, una joven ilustradora colombiana, aseguró que había trabajado en la animación del filme de anime “El Niño y la Garza”, dirigida por el mítico Hayao Miyazaki y a cargo del Studio Ghibli, el cual recibió hace unos días el premio Golden Globe en la categoría de mejor película animada.
A simple vista, podría ser interpretado como un gran logro para el talento de Latinoamérica, siendo así un caso de éxito que motivará a otros jóvenes profesionales del sector a tener grandes aspiraciones respecto a sus metas.
Sin ser malpensado, imagino que eso fue lo que motivó a los distintos medios de comunicación de la región a querer difundir su caso sin comprobar si realmente había trabajado para tan importante estudio de animación.
Pero su relato tenía algunos vacíos y también estaba sazonado con algo de soberbia, pues en las entrevistas que brindó aseguró haber dibujado a mano entre 25 mil y 30 mil fotogramas, lo que equivaldría aproximadamente a unos treinta minutos, los cuales, según dijo, hizo sin ayuda. Asimismo, contó que vio en tres ocasiones al director de la obra y que en el estudio la conocían como ‘la colombiana’.
Quienes expusieron a la joven no fueron los experimentados periodistas o siquiera los redactores que captan los virales de internet para incrementar las vistas de este negocio cada vez venido a menos, sino la audiencia. Al contar con un fandom repleto de gente joven, fueron justamente estos quienes se encargaron de hacer lo que la prensa omitió: corroborar la información.
Fueron youtubers quienes hicieron las preguntas de rigor para exponer a la falsa ilustradora, mientras que los usuarios hicieron el research y analizaron la información que ésta dio a los medios.
Con este filtro, se demostró, por ejemplo, que Fernández no figuraba en los créditos de la película. Además, fueron inconsistentes sus relatos sobre los sofisticados procesos de ilustración, ya que sería prácticamente imposible para una sola persona diagramar con lujo de detalle tantos fotogramas, sobre todo si hablamos de uno de los estudios de animación más prestigiosos del mundo.
Luego surgieron dudas respecto a su carrera profesional. ¿Cómo una persona que viene de participar de un gran proyecto en Studio Ghibli puede acabar trabajando en una empresa nacional (vinculada al narco, dicho sea de paso) enfocada al negocio de los vidrios? Se preguntaron los usuarios.
Para terminar con la papiada, durante una entrevista, cuando le pidieron hablar japonés, Fernández dijo que su dominio del idioma era básico, sin embargo, solo atinó a decir sin mucho esfuerzo buenos días y gracias; lo cual era contradictorio ya que según ella estudió una maestría becada en la Universidad de Tokio en diseño y artes aplicadas. Después de tantos meses, es difícil pensar que no sepa, aunque sea unas cuantas frases.
Resulta también sorprendente que la mencionada no haya tenido problema en mentir delante de varias personas y haber declarado a varios medios relatos falsos sólo para quedar bien. Sin el afán de ser prejuicioso con el tema de la salud mental, hay que ser conscientes de las acciones que algunas personas podrían cometer y las consecuencias de tal exposición.
Una vez expuesta totalmente en su mentira, mostró vulnerabilidad en redes sociales: “(...) de lo que me arrepiento también es que, por más de asumir el error, también me arrepiento de que la vida me haya cruzado con personas en las cuales lo único que genera es hacerme daño, o sea, yo me puedo llegar a suicidar y aquí al mundo le vale un carajo”, declaró este martes a la estación Blu Radio.
Definitivamente, es un caso muy curioso y fuera de serie, pero ha evidenciado el poco rigor periodístico que pueden tener incluso los medios más grandes. Este es uno de muchos y que se descubrió gracias a los usuarios. La credibilidad está en juego.