OpiniónDomingo, 28 de enero de 2024
Los últimos relevos, ¿reales o provocados?, por Leonardo Longa
Leonardo Longa
General de división EP

Los hechos ocurridos en Ayacucho durante la última visita de la presidenta Dina Boluarte son sumamente preocupantes, especialmente si consideramos la realidad actual del Perú. La crisis y el caos de origen político nos están conduciendo rápidamente hacia un "Totalitarismo oculto", que muchos peruanos, lamentablemente, no percibimos o, peor aún, no nos interesa.

En este contexto, deberíamos empezar a preguntarnos: ¿Está en peligro la democracia peruana? Desafortunadamente, considero que la respuesta es sí. Nuestra democracia, débil e imperfecta, está en peligro debido a una guerra política, jurídica y económica que nos lleva rápidamente hacia el totalitarismo, el autoritarismo y un gobierno dictatorial. Ejemplos de esto existen en buena cantidad en otros países.

Por esta razón, la negativa reacción política del gobierno ante los hechos ocurridos contra la presidenta adquiere una vital y trascendental importancia para la estabilidad y viabilidad de la nación. Las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional son el bastión que sostiene y protege nuestra democracia, y la necesidad política de controlarlas solo es aceptable e indispensable por razones de cumplimiento de estos propósitos. Por lo tanto, el pueblo peruano debe hacer todo lo humanamente posible para evitar que estas fuerzas sean controladas por un régimen ilegítimo y no democrático.

Se puede especular una teoría conspirativa basada en los indicios, evidencias y hechos analizados hasta la fecha. Podría explicar, desde un enfoque hipotético, que lo ocurrido en Ayacucho no se trata de un hecho casual, sino de una acción provocada que ha servido de "pretexto perfecto" para justificar decisiones políticas, como relevar al jefe de la inteligencia nacional y a comandos de la policía nacional. Esto se haría con la única finalidad de controlar o someter inicialmente a la Policía y, en un futuro no lejano, hacer algo similar con las Fuerzas Armadas. Por esta razón, nuestra sociedad debería permanecer vigilante y no permitir el debilitamiento de la moral e institucionalidad de estas fuerzas de la nación, que vigilan, protegen y garantizan la libertad y la democracia en el Perú.

Es conveniente resaltar, para dar mayor seriedad a lo afirmado hipotéticamente, que la seguridad de cualquier presidente de la república está diseñada y dispuesta en tres anillos de protección:

  • Primer anillo: a cargo de la Casa Militar, quien designa un jefe de seguridad responsable de la protección presidencial. Al menor indicio de riesgo o amenaza, se accionan los planes previstos. ¿La Casa Militar detectó con anterioridad riesgo en la visita de la presidenta a Ayacucho? Y si fue así, ¿se lo comunicó? Si no lo hizo, ¿podría tener responsabilidad y ser sometida a reparos políticos? Si lo hizo, ¿existe responsabilidad de la presidenta o de la persona que la instó a asistir?
  • Segundo anillo: a cargo de Seguridad del Estado y otros elementos afines, con razonamientos de responsabilidad similares al primer anillo.
  • Tercer anillo: a cargo de las fuerzas del orden locales que coordinan con el primer y segundo anillo y son suplementarias. Si tienen responsabilidad, se debe razonar de manera similar a los otros anillos.

Es importante mencionar que la inteligencia nacional (DINI) juega un rol importante en el momento de decidir si la presidenta va o no al evento. ¿Alertó la DINI de algún riesgo o amenaza? ¿Le hicieron caso? Estas respuestas deberían ser de conocimiento público y dar legitimidad y legalidad a las decisiones políticas que el gobierno ha adoptado como respuesta a un incidente que, como se podría especular, fue creado convenientemente para justificar futuras disposiciones políticas que la actual ley de la policía nacional no permite a este gobierno realizar.

Si se consolidaran estos hechos como ciertos, dejarían de ser una especulación, pero se podría notar que se viene resquebrajando la moral y debilitando la institucionalidad de la policía nacional del Perú. Esta institución merece respeto y todos los peruanos debemos cuidarla y protegerla, ya que defiende nuestra libertad y democracia. Esto podría ser una alerta para tener cuidado, ya que se podría haber facilitado el camino para, posteriormente, continuar con el resquebrajamiento de la moral y debilitamiento de la institucionalidad de nuestras Fuerzas Armadas, en especial de nuestro glorioso Ejército Peruano.

La sociedad peruana debería permanecer alerta, atenta y dispuesta a defender nuestra libertad y democracia, así como a las fuerzas que las protegen.

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