OpiniónMartes, 9 de abril de 2024
Una advertencia a la comunidad internacional, por Franco Consoli
Franco Consoli
Analista político

Lo sucedido en Ecuador el fin de semana pasado ha sido una situación sin precedentes. Ver a un grupo de policías entrar a territorio mexicano en Quito, a la embajada exactamente, ha sido la imagen más controversial de la semana. No faltó el pronunciamiento internacional, y varios países manifestaron su posición en contra de la medida de Daniel Noboa, quien, con una orden, vulneró la Convención de Viena.

No hay dudas de que este ha sido un acontecimiento reprochable. Las embajadas son inmunes, al menos en el papel, a los mandatos del país en el que se encuentran. Noboa no tenía la autoridad para vulnerar la soberanía mexicana, nos guste o no. Este ha sido un hecho, mal que bien, reprochable internacionalmente, y ciertamente es un precedente terrible para la comunidad internacional latinoamericana.

No obstante, si bien el hecho es condenable, arrastra un problema gigante que la normativa internacional no ha sabido manejar, si es que puede hacerlo.

México se ha vuelto el protector del delincuente comunista. Sus embajadas se han vuelto un paraíso que sirve como refugio a todo aquel que ataca a su país y que luego quiere vivir en mares de impunidad. Jorge Glas no es ni el primero ni será el último en recibir asilo por parte de la izquierda mexicana. Y esa situación se ha vuelto un grave problema.

Evo Morales, poco después del fraude que realizó en Bolivia, se largó a México, país que lo acogió como hermano y como uno más. Un hombre que no sólo acabó con su país, sino que después intentó azuzar a los peruanos del sur, buscando acabar también con el Perú. Buscó una rebelión mediante mentiras, instigando al campesino para armar su revolución. Evo fue invitado a México pese a que los propios mexicanos no lo querían. Cerca del 68% de la población mexicana rechazaba la presencia de Morales en tierras norteamericanas. Luego, fue recibido en Argentina -otro problema-, y tras la victoria de su aliado Luis Arce regresó a su país.

Así como Evo el que trató de fugarse a México fue Pedro Castillo. El golpista ni siquiera pudo realizar bien su escape, siendo detenido camino a la embajada. López Obrador quería asilar a quien intentó tumbar la democracia en el país. A quien buscó desarmar a los peruanos para someterlos a su dictadura chotana con su Asamblea Constituyente. Todos vimos como Castillo intentó hacer un golpe de Estado. Sin embargo, de haber jugado su carta de asilo antes, la actualidad sería distinta. ¿Es posible que se asile a alguien así? ¿Por qué se debe proteger a individuos que intentaron socavar la libertad de su pueblo? ¿Un Estado debe dejar que se burlen así?

¿Hasta qué punto la política internacional puede proteger a un criminal? ¿Y así queremos hablar de justicia?

López Obrador es un protector de comunistas, pero ahora su defensa fue quebrada, y ya gozó por instantes las consecuencias de sus actos.

Para Daniel Noboa, la situación fue clara: la justicia no se negocia. Jorge Glas había sido acusado, procesado y condenado, y para Noboa ningún delincuente quedará en la impunidad. Al parecer sin importar los costos que puedan surgir posteriormente. En sus pocos meses de gobierno Noboa no la ha tenido fácil. Y en muchas situaciones el radicalismo ha sido la vía utilizada, siguiendo el mismo patrón que Bukele. Su régimen está demostrando que nadie se escapa de la justicia, con o sin asilo.

Y así como su último acto ha sido criticado por prácticamente todos los políticos internacionales, a nivel ciudadano la cuestión cambia. Muchos han aplaudido lo sucedido con Glas y eso debe ser una advertencia para todos. La diplomacia y la normativa internacional están cayendo. La gente está harta y las cosas no cambian.

Noboa ha tomado decisiones en contra de la posición de los organismos internacionales, tal cual como lo ha hecho Bukele, y la gente no se está oponiendo. Primero, fue en El Salvador, luego en Ecuador y próximamente será en otro país. Esta va a ser una cadena, va a tener un efecto dominó que denota como los mandatarios que prefieren su soberanía sobre el resto de las normativas. Coincidentemente, ha empezado en países que se sumergían al inframundo gracias a la delincuencia y a la corrupción. Y la verdad es que son varios los países que van por el mismo sendero, miremos al Perú un minuto nomás para darnos cuenta. O Colombia con los atentados y las masacres. Argentina con Milei la ruta parecería ser otra, pero si no irán por lo mismo también. Es solo una bomba de tiempo.

No justifico lo actuado por la policía ecuatoriana, pero puedo comprenderlo, y creo que en el fondo todos también. La pregunta es, ¿hasta qué punto se va a llegar para que haya un verdadero cambio?

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