En el Perú, todavía se le puede llamar a las cosas como son. Claro, van a salir una bola de estúpidos que viven solo en redes a criticar por "tu falta de empatía", pero amigo, puedes hablar.
Si a un desadaptado se le ocurre quitar la bandera del Perú para poner la bandera del lobby LGBT, la de Palestina, la de Israel, la de la U o la de Alianza, automáticamente le va a caer goma y se va preso por traición a la patria. Super simple. Cuando un adulto se mete con un niño, sea este sacerdote, dragqueen, empresario o profesor, se le saca la mierda y le decimos pedófilo. Se puede.
Cuando salimos con nuestros rosarios y cruces a la calle en octubre a inundar de fe y catolicismo las diferentes ciudades de Perú y del mundo, nadie se atreve a decirnos nada porque ven que amamos genuinamente nuestra fe y al Señor de los Milagros. Y al primer idiota que venga a joder, se le saca por gil y por faltoso. Y nadie dice que es discurso de odio.
En nuestro país no se habla como imbécil diciendo todas y todos los diputados y diputadas fueron electos y electas por los electores y electoras, ¡Qué calambre de oído vivir escuchando eso! Ya nos tocó una muestra gratis y nos llegó tanto al orto, que lo sacamos hasta de los textos escolares. En Perú no se habla como bestia.
En Perú es delito que la gente se suicide con ayuda, se busca que se sientan más acompañados y que encuentren el sentido. Tampoco es legal matar a los bebés en el vientre de sus madres y 800 mil personas salimos solo en Lima a marchar contra el aborto. Sumado a eso, nuestra constitución defiende al no nacido desde la concepción.
En el Perú es ilegal que se compren o alquilen los úteros de las mujeres porque entendemos que eso es esclavitud moderna, porque la mujer peruana tiene dignidad, tiene poder y no es un servicio con patas para satisfacer a gente inmoral y desordenada.
En el Perú, no se impulsa la hormonación y mutilación de la gente con trastornos mentales. Se les da un tratamiento médico digno y la ley lo cubre, para que recuerden que son valiosos y merecen ser felices sin reventar su cuerpo con hormonas que los tendrán dependientes toda su vida, dando dinero a quienes los ven únicamente como una fuente interminable de billete a costa de su salud mental.
En el Perú no existe el techo de cristal ni ninguno de esos delirios feministas. La mujer peruana domina el área de la mype y pyme. Es madre, es trabajadora y ama a su familia. Desde la señora que tiene su peluquería o su puesto, hasta la que puso su estudio de abogados en su ciudad. Ellas construyen la patria a diario.
Sí, hay un tráfico del asco y delincuencia. Hay sicarios, está el Tren de Aragua por culpa de Vizcarra y Dina jamás debió llegar a presidente. Tenemos demasiados problemas, es verdad, pero no jodan, hay cosas que no tienen precio y en eso estamos bien.
Valora tu anticucho con mollejita, valora tu papa amarilla, valora la cordura, la sensatez, el sentido común y la comunidad que se construye a diario en nuestro Perú. Valor a tu viejo que te habla del terrorismo, valora tu moneda, que sigue valiendo lo mismo hace más de 20 años. Valora tu Banco Central, cada esquina cultural, desde Caral hasta Machu Picchu. Valora tu Perú, carajo.