Nicolás Maduro es un operador político formado en Cuba, que no cree en la democracia ni en la alternancia del poder. Si Hugo Chávez en el pasado tuvo como maestro y guía a Fidel Castro, hoy el gobierno de Caracas ya no necesita de mentores ideológicos, requiriendo de operadores de inteligencia cubanos, en especial, para tramar cómo mantenerse en el poder, ya sea montando un gran fraude electoral el próximo 28 de julio o, en su defecto, urdiendo un plan que determine la no realización de los comicios generales en la fecha prevista.
Cuba sobrevive gracias a los ingresos que proporciona el turismo, las remesas de sus connacionales que residen en Estados Unidos, y la "explotación laboral" de sus profesionales de la salud que prestan servicios en Venezuela y México, especialmente. Hoy la tarea política de Nicolás Maduro o del tirano Díaz-Canel reside en aferrarse al poder, porque en los últimos años ambos países son parte, presuntamente, de redes y carteles de la droga. La presencia de López Obrador en México y la amplia victoria alcanzada por MORENA les representa una gran oportunidad para afianzar el gran negocio internacional vinculado al tráfico ilícito de drogas hacia el mercado norteamericano y europeo. Durante el gobierno de López Obrador se hizo efectivo el "pacto de no agresión" entre el gobierno mexicano y los líderes de los carteles, lo que ha determinado que, al menos, un tercio del territorio de México sea virtualmente una "zona liberada" en manos del narcotráfico. Cuba y Venezuela tienen en el gobierno de López Obrador un aliado político que, seguramente, durante el próximo sexenio, bajo la presidencia de Claudia Sheinbaum, no dudará en mantener la misma línea de política exterior.
La oposición debería ganar ampliamente las elecciones del próximo 28 de julio; sin embargo, la ausencia de observadores internacionales y el hecho de que millones de ciudadanos venezolanos no han podido inscribirse oportunamente en los Consulados en el exterior, merma el caudal electoral de la oposición. A pesar de todo, todos los sondeos de opinión y la gran movilización en plazas convocada por Edmundo González Urrutia, bajo el respaldo decidido de María Corina Machado, son el preludio de una gran victoria. Nicolás Maduro aceptará su derrota y estará dispuesto a garantizar una transferencia del poder sin sobresaltos o, por el contrario, impugnará los resultados o más aún, será capaz de "montar un fraude" de grandes proporciones, sin importarle la reacción de la comunidad internacional.
Nicolás Maduro es protegido por los servicios de inteligencia cubanos y de otras nacionalidades. No olvidemos que el gobierno interino presidido por Juan Guaidó, a pesar del reconocimiento internacional de más de 50 gobiernos del mundo, no logró ejercer el poder, decayendo su liderazgo con el paso del tiempo. Las Fuerzas Armadas y Bolivarianas han sido penetradas política e ideológicamente, están sometidas y ciertamente disfrutan de los beneficios de las actividades ilícitas gestadas por la dupla Maduro-Cabello. Si la dictadura de Maduro sobrevivió luego de enero de 2019, es por el apoyo financiero de la República Popular China y la moderada política del gobierno de Joe Biden, que en un contexto de crisis energética derivada de la invasión de Rusia a Ucrania, optó por dialogar con el gobierno de Nicolás Maduro. Las sanciones económicas impuestas durante el gobierno de Trump fueron flexibilizadas con la finalidad de hacer posible que Venezuela aumente la producción de petróleo para abastecer el mercado norteamericano.
Por otro lado, con la mediación de terceros países, la oposición venezolana se sentó a negociar con los delegados de Nicolás Maduro. El Acuerdo de Barbados está siendo violado por la tiranía de Caracas: no se ha permitido la candidatura de María Corina Machado y se impide la presencia de observadores internacionales. En un contexto internacional marcado por la invasión de Rusia a Ucrania, a inicios de la campaña electoral en los Estados Unidos, en momentos en los que en la Unión Europea se empieza a consolidar una nueva correlación de fuerzas políticas, todo parece indicar que Venezuela es cada vez menos relevante. Si el mundo observaba con preocupación lo que sucedía en Venezuela a inicios de 2019, hoy parece que el foco y las luces se dirigen a otros temas y latitudes. No podemos olvidarnos de que en América Latina existen tiranías como la de Cuba, Nicaragua o Venezuela. Más aún, no podemos soslayar que hace pocos días en Bolivia se tramó un supuesto intento de "golpe de Estado", con la clara intención de montar una farsa que se proponía poner fin a un gobierno popular liderado por el Movimiento al Socialismo de Evo Morales y Luis Arce. El Foro de São Paulo y el Grupo de Puebla alientan la permanencia de Nicolás Maduro en el poder. A pesar de algunos comentarios críticos de los gobiernos de Gustavo Petro y de Lula Da Silva respecto a las elecciones generales, en mi concepto se tratan tan solo de expresiones que aparentemente son disidentes respecto al régimen.
Por otro lado, el presidente Boric no ha sido siquiera capaz de mantener una posición firme ante el secuestro y posterior muerte de un ciudadano venezolano (militar en situación de retiro) ocurrida en una zona residencial de Santiago. En Cuba, la tiranía se impuso hace más de sesenta años. El castrismo ayer y el castrochavismo hoy comparten estrategias y formas de acción política. La Revolución Cubana, como expresión de sumisión ante la ex URSS en el pasado y con su cercanía a Vladímir Putin en la actualidad, es el más cabal testimonio de falta de libertades y fracaso económico. Fidel Castro, Díaz-Canel, Hugo Chávez y Nicolás Maduro son tan solo representantes de la demagogia, la mentira y la opresión.
Si somos ilusos, podremos creer que la dictadura reconocerá la victoria de la oposición. Por otro lado, si somos crédulos, podemos avizorar una "transición política conversada" en Venezuela. Sin embargo, ante un eventual fraude, espero que el pueblo se movilice en las principales ciudades de Venezuela, incluso los venezolanos en el exterior, y así llamen la atención de la prensa internacional. No descarto que la dictadura de Maduro urda un plan para lograr la postergación de las elecciones ante la inminente derrota en las urnas. Más allá de todo, es el momento de poner fin a la dictadura.