Así se llamaba un segmento de uno de los programas políticos dominicales , allá en los lejanos años ochenta. Esta última semana, vaya que ha sido interesante, en múltiples aspectos. Veamos:
Estados Unidos: La nueva candidata del Partido Demócrata ha revitalizado a los alicaídos militantes de su partido. Con Biden marchaban a una derrota segura, pero ahora, los adeptos han regresado y están ocupando gustosos sus puestos en las trincheras demócratas. Esto se percibe claramente en las encuestas, aunque algunos estudiosos de estás cuestionan la conformación de las muestras. En EE.UU., siendo la votación voluntaria, la muestra de una encuesta es una estimación de quienes votarán, repartiéndose entre militantes republicanos, demócratas e independientes. Si sobrestimas o subestimas la participación de alguno de estos grupos, la encuesta saldrá mal.
En todo caso, la primera decisión de la señora Harris fue curiosa. Escogió como compañero de fórmula al gobernador de Minnesota, Tim Walz, hombre del ala izquierda del partido, comprometido con los temas de género y demás obsesiones progres. Se le cuestiona porque siendo miembro reservista del ejército pidió su pase al retiro justo cuando su unidad se la destacaba a Iraq, cosa que lo pinta mal entre los veteranos de las fuerzas armadas, un grupo con capacidad de influir en la opinión pública gringa.
Descartó a Josh Shapiro, popular político de Pensilvania. Shapiro es judío pero el ala activista del Partido Demócrata se ha vuelto ruidosamente anti Israel. Shapiro hubiese ayudado a mantener este estado en el campo demócrata. Recordemos que la elección en Estados Unidos es indirecta: Se trata de cincuenta elecciones en los cincuenta Estados. El ganador de cada Estado se lleva todos los representantes de estos en el Colegio Electoral. En una elección ajustada, asegurar un estado grande puede ser determinante. Si Pensilvania favorece a los republicanos y esto le da la victoria a Trump, la causa de la derrota de la señora Harris será haber aceptado el veto a Shapiro.
Sea como fuere, Trump tiene ahora una nueva batalla, totalmente distinta a la anterior.
Ucrania: Ucrania lanzó una sorprendente ofensiva sobre la zona de Kursk, que fue escenario de una de las grandes batallas de la Segunda Guerra Mundial (la Saliente de Kursk). Sobre todo, es una grave humillación para Putin y un impulso fuerte a la moral de Kiev. El desagrado de Putin es notorio y la astucia y audacia del alto mando ucraniano admirables. Han llevado la guerra a territorio ruso, a pesar de las amenazas de Moscú de usar armas nucleares si osaban cruzar esa línea roja. Veremos cómo sigue la cosa.
Esta incursión mejora enormemente la posición política de Ucrania frente a Estados Unidos y Europa pues demuestra que están en capacidad de llevar la guerra a territorio ruso y exponer su debilidad. Esto ayuda mucho a quienes quieren apoyarlos y le complica la vida a gobiernos tibios como los alemanes que ayudan a medias.
Gran Bretaña: El asesinato de una niña por un migrante africano desató una ola de graves disturbios por sectores de la clase media baja inglesa. Esto ha incluido enfrentamientos violentos con grupos de migrantes musulmanes. El gobierno laborista ha reaccionado con dureza, una jamás utilizada cuando los desórdenes los provocan grupos de izquierda. La fiscalía británica está procesando a personas por sus publicaciones en redes sociales y el jefe de la policía amenazó con pedir la extradición de personas en Estados Unidos por este motivo, un precedente preocupante. Por el momento, el peso del Estado caerá sobre los que protestaron, que además cometieron la grave torpeza de generar saqueos y otros comportamientos antisociales. Sin perjuicio de ello, se trata de una situación con escasos precedentes y en el futuro podrá decirse que fue un partidor de aguas al evidenciar un grave descontento en amplios sectores de la sociedad.