Las elecciones en Estados Unidos entran en su último tramo. Estas elecciones son una verdadera montaña rusa. Una serie de factores, inéditos en la historia reciente le han dado un cariz único. Veamos algunos de ellos:
UNO: Distintos brazos del vasto aparato estatal de EE.UU. controlados por el Partido Demócrata iniciaron hasta cuatro procesos penales contra Trump, tanto a nivel federal como estatal. Todos los casos fueron actuaciones fiscales audaces reflejando un doble rasero, pues a los líderes demócratas les aplicaban estándares laxos. Irónicamente estas acusaciones fiscales consolidaron la candidatura de Trump en las primarias republicanas, neutralizando a sus rivales internos.
DOS: Al asumir el poder, los demócratas implementaron dos cambios de políticas que trajeron negativas repercusiones y que explican la baja popularidad del actual presidente. El primero de ellos fue un estímulo a la economía por el COVID, llamado orwellianamente “Ley de Reducción Inflacionaria” cuyo efecto fue exactamente el contrario. El segundo, y el que mayores consecuencias políticas ha tenido, fue la derogación de una serie de dispositivos emitidos por el gobierno de Trump que desincentivaban la inmigración ilegal. En virtud de estas normas, los solicitantes de asilo u otros beneficios debían esperar en México que se resuelvan sus peticiones antes de ingresar al país. No existen cifras confiables, pero se estima que habrían ingresado ilegalmente cerca de 12 millones de personas. Entre estos, según las propias estadísticas oficiales, se tendrían identificadas a más de 400,000 personas con antecedentes penales.
TRES: Visto con retrospectiva, el gobierno de Trump, con todos sus defectos y los aspectos odiosos de su personalidad, fue una época de prosperidad y calma internacional, interrumpida por el COVID. Desde entonces las ciudades de EE.UU. están convulsionadas y su aspecto recuerda el de los años setenta, con desorden y asentamientos de indigentes y drogadictos por la calle. Esto último no es responsabilidad de Washington, pero sí de municipios, generalmente en manos demócratas.
CUATRO: En este contexto, las primeras encuestas electorales apuntaban a una derrota aplastante de Biden. Uno de los aspectos que más pesaba en su contra era su obvio deterioro físico. Sin embargo, se aseguraron que ganase las primarias demócratas y lo ungieron candidato, generando la disidencia de Robert Kennedy Jr.
CINCO: En este contexto, por iniciativa demócrata, se produjo un temprano debate presidencial entre Trump y Biden. El resultado fue calamitoso para Biden. De inmediato, todo el aparato partidario desplegó su presión para forzarlo a renunciar a su candidatura, lo que efectivamente ocurrió pocas semanas después.
SEIS: Su renuncia no tenía precedentes, había que encontrar un reemplazo rápido y evitar una convención partidaria contenciosa. La forma más rápida de solucionar el problema era ungir a la Vicepresidente, Kamala Harris, entre otras razones porque de lo contrario el dinero ya recaudado para la campaña ya no podría utilizarse. Era Kamala o nada.
SIETE: Justo antes de la renuncia de Biden se produjo el primer intento de asesinato contra Trump. De manera milagrosa se salvó. En la misma milésima de segundo en la que el tirador disparó su arma, Trump giró levemente su rostro, convirtiendo un impacto directo en la sien en una simple rozadura en la oreja. Trump reaccionó de manera desafiante, sumando puntos y simpatía.
OCHO: Pero el súbito ascenso de Kamala pareció neutralizar la ventaja que Trump venía consolidando, en especial después del fallido atentado en su contra. Los partidarios demócratas se sintieron energizados y los independientes recibieron con agrado una opción que les evitará votar por Trump.
NUEVE: En el siguiente debate, esta vez con Kamala, Trump se comportó con su odiosidad acostumbrada, favoreciendo a Kamala, pero ella no logró cerrar la venta ni convencer a los indecisos. No se movió la aguja.
DÉCIMO: Kamala había fracasado estrepitosamente en las primarias el año 2019 quedando fuera de combate al comienzo. Con ella fue partida de caballo parada de borrico. Mientras más hablaba y más la veían peor impresión causaba. Empezó a pasar lo mismo.
ONCE: Kamala eligió como Vicepresidente al Gobernador de Minnesota Tim Walz, descartando al popular Josh Shapiro, Gobernador de Pensilvania. Shapiro es judío y centrista para los estándares demócratas actuales y por ende inaceptable para el ala izquierda y pro Palestina del partido. Walz representa al ala izquierda del partido, justo lo contrario a lo que necesitaba Kamala, ya que su historial de votos en el Senado y como Fiscal en California la colocaban bien a la izquierda, casi como Sanders.
DOCE: Conforme Kamala tenía más apariciones públicas sus discursos eran trillados y no contestaba nunca las preguntas formuladas. Empezó a cansar a sus propios partidarios.
TRECE: Las encuestas y modelos de votación, que brevemente la favorecieron, se desplazaron, todas, sin excepción, a la derecha. La tendencia en todos los indicadores se mueve a favor de Trump desde hace varias semanas. Su campaña exuda confianza, la de Kamala nerviosismo.
CATORCE: Un síntoma interesante es que los candidatos al Senado demócratas no sólo huyen de Kamala sino que emiten anuncios televisivos resaltando que han colaborado exitosamente con Trump. Otro síntoma interesante es que dos periódicos emblemáticos de EE.UU., Los Angeles Times y el Washington Post, rompiendo con la tradición, han dicho que esta vez no apoyaran formalmente a ningún candidato. Esta bajada de dedo de dos bastiones del establishment demócrata es muy significativa. Ven algo que no les gusta, obviamente, pero apoyar a Trump es para ellos ir demasiado lejos. Calladitos más bonitos.
¿Qué pasará el 5 de noviembre? No deseo ser aprendiz de brujo, pero usted, amigo lector, observe hacia donde sopla el viento y saque sus propias conclusiones. Ojalá que estos apuntes lo ayuden a hacerlo.