La República Popular China estuvo bajo el liderazgo de Mao Tse Tung entre 1948 y 1976. Luego de la muerte de Mao, se agudizó el debate ideológico al interior del partido en un contexto de confrontación violenta, prevaleciendo la línea política reformista. Esta línea optó por impulsar reformas económicas de mercado que hicieron posible el desarrollo de las fuerzas productivas, permitiendo un impresionante crecimiento económico a lo largo de más de cuarenta años, lo que ha llevado a que centenares de millones de personas superen la pobreza.
Durante el período de Mao, las grandes mayorías del país vivían en condiciones de pobreza y pobreza extrema. El gobierno estaba marcado por un discurso contrario al mercado; más aún, durante los años de la llamada "Revolución Cultural" se impuso el colectivismo, la represión política y una línea ortodoxa que no aceptaba ni la confrontación ni la discrepancia política.
La visita de Estado del presidente Richard Nixon y del Secretario de Estado Henry Kissinger a inicios de 1972 representó un punto de quiebre en un contexto internacional signado por la bipolaridad y la Guerra Fría. Con la muerte de Mao en 1976, se puso fin al "culto a la personalidad" y se impulsaron medidas de apertura económica, atrayendo inversión extranjera y destinando ingentes recursos al desarrollo en ciencia y tecnología.
China se propuso diferenciarse ideológicamente de la línea política del Kremlin, hablando de la necesidad de forjar una alianza campesina-obrera, en contraste con la prevalencia del proletariado a lo largo de su experiencia revolucionaria. Si bien Moscú y el Kremlin fueron un referente para los comunistas en América Latina desde los años veinte del siglo pasado, el maoísmo ganó adhesiones en la región, generando pugnas y debates dentro de los partidos comunistas pro-soviéticos.
En Perú, el Partido Comunista pro-soviético fue cuestionado por sectores maoístas que encontraron respaldo en universidades nacionales de Lima y el interior del país. En la Universidad Nacional de San Cristóbal de Huamanga, en los años sesenta, Abimael Guzmán fundó Sendero Luminoso, un partido que asumió liderazgo en el ámbito universitario.
Durante los años sesenta y setenta, con la vigencia de la gratuidad de la enseñanza en todos sus niveles, se aumentó el presupuesto del sector educativo y creció significativamente el número de estudiantes universitarios en universidades nacionales en Lima y el interior del país.
El golpe militar del 3 de octubre de 1968, liderado por el general Juan Velasco Alvarado, restringió las libertades civiles y contó con el apoyo político del Partido Comunista pro-soviético, favoreciendo al movimiento sindical adscrito a la CGTP de orientación pro Moscú. El movimiento universitario de izquierda marxista se consolidó, disputando espacios de representación estudiantil con el APRA. Abimael Guzmán aprovechó esta coyuntura política para organizar, desde las aulas universitarias, un partido crítico del gobierno militar, que aparentaba no representar un riesgo para la seguridad interna.
El gobierno militar en su segunda fase convocó a elecciones para la Asamblea Constituyente en 1978 y a elecciones generales en 1980. La izquierda marxista alcanzó una importante representación en 1978. Sin embargo, Sendero Luminoso no participó en las elecciones de la Asamblea Constituyente y le declaró la guerra al Perú en mayo de 1980, pocos días antes de las elecciones ganadas por Fernando Belaúnde.
Abimael Guzmán era un seguidor de Mao Tse Tung y creía firmemente que la movilización campesina sería determinante para la toma del poder. Disentía de los "revisionistas" del Partido Comunista pro-soviético y cuestionaba la democracia burguesa. Sendero Luminoso no se atrevió a iniciar acciones terroristas durante la dictadura militar; prefería que Fernando Belaúnde fuera elegido presidente en 1980, pues una victoria del APRA representaba un riesgo mayor dado el enfrentamiento histórico del aprismo con los partidos comunistas en el ámbito universitario y sindical.
Sendero Luminoso intentó replicar el modelo maoísta en el Perú en una etapa en la que se producía un giro político en la República Popular China. Sin debatir ideas ni propuestas, optó por sembrar el terror en todo el país. Su propósito era destruir el aparato productivo nacional, asesinar a dirigentes sociales, sindicales, autoridades locales, integrantes de la policía y de las Fuerzas Armadas. Sin embargo, ni el pueblo ni el campesinado respaldaron a Sendero Luminoso; por el contrario, las rondas campesinas frenaron el accionar de las hordas maoístas.
Abimael Guzmán fue capturado y Sendero Luminoso fue derrotado militarmente, pero esto no significó el fin del senderismo homicida. Militantes, especialmente del APRA, fueron asesinados por Sendero Luminoso. La victoria de Pedro Castillo en el 2021 y la existencia del MOVADEF demuestran que es imperativo continuar con el debate ideológico y político para impedir que las nuevas generaciones se sumen a Sendero Luminoso.
Hoy, China se ha propuesto ser la primera economía mundial en el menor plazo posible, atrayendo a grandes conglomerados empresariales. Capitales chinos están invertidos en las principales bolsas de valores del mundo, y China es uno de los principales tenedores de bonos del Tesoro de los Estados Unidos. Exhibe superávits comerciales y ha suscrito un Tratado de Libre Comercio con el Perú, siendo un socio comercial e inversionista de primer orden para nuestra economía. El Partido Comunista de la República Popular China ejerce control político y social sobre su población; en el país no existen libertades sindicales ni de opinión.
China hoy invierte en África y América Latina, impulsando la "Ruta de la Seda", forma parte del Foro Asia-Pacífico e integra los BRICS. Los lazos entre Perú y China se han multiplicado en los últimos años. La próxima inauguración del Megapuerto de Chancay representa un hito en la logística portuaria, permitiendo que el Perú asuma un mayor protagonismo en el Pacífico Sur. El Perú ha suscrito múltiples tratados de libre comercio y ha diversificado su oferta exportadora.
Debemos defender la estabilidad macroeconómica de nuestro país y, con realismo político, entender que hoy China tiene un papel activo en la economía global, en la que Estados Unidos y la Unión Europea están perdiendo peso, afectados por el progresismo y la Agenda 2030. El Perú debe tratar adecuadamente con capitalistas e inversionistas extranjeros, sin que ello implique una cesión de soberanía nacional. Hoy, el Perú debe defender sus fronteras, evitar la depredación de sus recursos marinos, garantizar la seguridad ciudadana y reducir la pobreza. El Perú está llamado a ser un país líder en América Latina, sin caer en las garras de ninguna potencia extranjera.