La relación entre Rusia y Polonia está marcada por siglos de conflictos, invasiones y tensiones que moldearon la política exterior entre ambos países. La Mancomunidad Polaco-Lituana ocupó Moscú entre 1610 y 1612, hito histórico que resuena en la memoria colectiva, estableciendo una rivalidad que perdura. Polonia logró lo que ni Napoleón ni Hitler pudieron conseguir, estableciendo las bases de la desconfianza mutua.
Durante el siglo XVIII Polonia sufrió tres particiones, desapareciendo como Estado independiente, repartida entre Rusia, Prusia y Austria. En el siglo XX, la situación se agrava con la invasión de la Alemania nazi y la Unión Soviética de 1939, marcando el inicio de la Segunda Guerra Mundial. Polonia fue devastada, perdiendo 20% de su población, destrucción masiva de ciudades e infraestructura, quedando bajo la influencia soviética, satélite del bloque comunista y del Pacto de Varsovia.
En 1980 surge el movimiento Solidaridad, liderado por Lech Walesa, que desafió al régimen comunista, sentando las bases para la transición democrática. Polonia fue uno de los primeros países en derribar al comunismo, propiciando el colapso de la Unión Soviética y el fin de la Guerra Fría. Por ello Polonia percibe a Rusia como una amenaza constante intentando evitar errores del pasado.
Polonia experimenta un gran crecimiento económico, multiplicando por seis su ingreso per cápita entre 1992 y 2023, generando recursos para invertir en defensa, aumentando su presupuesto militar a 4% del PIB, superando el 2% establecido por la OTAN.
La modernización de sus fuerzas armadas, con el programa "Escudo del Este" incluye equipamiento avanzado, aviones de combate F-35 y FA-50, tanques M1 Abrams y K2, sistemas de defensa aérea Patriot y HIMARS, además del desarrollo local de vehículos blindados, artillería autopropulsada, artillería ligera y sistemas de defensa con transferencias tecnológicas estadounidenses y surcoreanas fortalecen su capacidad industrial. Busca aumentar efectivos militares de 190,00 a 300,000 soldados, para convertirse en uno de los ejércitos más grandes de Europa.
Polonia lidera la “Iniciativa de los Tres Mares” –Báltico, Adriático y Negro–, plataforma que reúne a doce países de Europa Central y Oriental para mejorar la conectividad, diversificar fuentes de energía y cooperación económica. El desarrollo de infraestructura de transporte y energía conectaría el norte y sur europeo, con gasoductos, terminales de gas licuado, reduciendo la dependencia en rutas y suministros rusos.
El conflicto en Ucrania aceleró las iniciativas polacas, proporcionando apoyo militar y humanitario a uno de sus principales aliados en Europa. Ha reforzado fronteras con Bielorrusia y en el enclave ruso de Kaliningrado ante posibles provocaciones. El fortalecimiento militar, como puente entre Europa y Ucrania, aumenta el equilibrio de poder europeo reforzando a la OTAN, incrementando la relevancia polaca en política europea, decisiones de seguridad y defensa frente a Alemania y Francia.
La transformación de Polonia en potencia militar refleja intereses nacionales, compromiso con la seguridad y estabilidad de Europa, buscando garantizar que no se repitan las lecciones del pasado, preparándose para desafíos futuros. Sus iniciativas regionales y estrecha relación con Estados Unidos aumentan su peso político, con oportunidades y desafíos en las relaciones con Rusia.
La historia entre Rusia y Polonia, conflictos y desconfianza es determinante para el posicionamiento polaco. Su crecimiento económico le permite emerger como potencia militar, comprometida con la defensa y estabilidad europea. Su liderazgo en alianzas como la “Iniciativa de los Tres Mares” tienen implicaciones para Europa y el conflicto en Ucrania, mostrando que el crecimiento económico, inversión estratégica en defensa y cooperación regional puede redefinir el equilibrio de poder en el continente.