En la teoría del crecimiento económico, muchos modelos han surgido con el fin de tratar de explicar qué es lo que genera que un país crezca de forma permanente en el largo plazo. Este artículo tratará resumir lo que dice la literatura económica al respecto, con el fin de fijar un norte para nuestros países.
Por un lado, el primer modelo que todo estudiante de economía ha tenido que estudiar -en mi caso, lo estudié en el curso de Macroeconomía III con el brillante profesor Michel Canta, en las aulas de la Universidad del Pacífico- es el planteado por Solow (1956), este postula que la inversión en capital físico (i.e. infraestructura: carreteras, servicios públicos en general) genera crecimiento hasta cierto punto, luego de lo cual la economía deja de crecer, a este punto de estancamiento se le conoce como estado estacionario –steady state-, luego de lo cual, deben seguir dándose shocks de inversión en capital físico para seguir creciendo.
Luego están los modelos de crecimiento endógeno, que incluyen los procesos de formación de capital humano (Uzawa, 1965; Lucas, 1988), el aprendizaje basado en la experiencia –learning by doing– (Arrow, 1962), la investigación y desarrollo (Romer, 1990; Grossman & Helpman, 1991), y la innovación en los procesos de producción (Schumpeter, 1964), como principales drivers del crecimiento económico de largo plazo. Todos estos autores se complementan en lugar de contradecirse. Es muy sencillo de entender, pero al mismo tiempo aplicarlo no lo es, la literatura económica apunta a que la innovación (Schumpeter) es el principal driver del crecimiento, para tener ideas innovadoras debemos tener gente educada (modelos de capital humano), o personas que “aprendan haciendo” (learning-by-doing).
De la mano con lo expuesto, el primer paso sería realizar fuertes inversiones en infraestructura física, tanto para interconectar al país, y brindarles acceso al mercado a mayor cantidad de personas posible, como para conectarnos con el mercado global. El segundo paso debe ser invertir en capital humano, en educación de calidad sin ideologías, enfocada en agregar valor a la economía mediante mayor productividad. Concluimos el artículo poniendo énfasis en la institucionalidad, tema que no hemos abordado aquí, pero que es de lejos, el factor más importante de la ecuación (ver Acemoglu y Robinson, 2012). Sin instituciones sólidas, el sueño de convertirnos en un país desarrollado es prácticamente utópico, estaremos condenados a permanecer como el eterno país de ingresos medios.
 
				