OpiniónViernes, 7 de octubre de 2022
Lo que muchos sospechábamos, por Christian Hopkins
Christian Hopkins
Abogado y analista político

Durante las últimas semanas vienen ocurriendo los “Guacamaya Leaks”, que es como se denomina a la filtración y publicación masiva de una serie de comunicaciones internas de las Fuerzas Armadas de países tales como Chile, México, Perú, Colombia y El Salvador.

Aunque sus principales focos de filtración fueron documentos de las FF. AA. de México y de Chile, causando repercusiones importantes tales como renuncias de altos mandos, la cantidad de información filtrada de las FF. AA. peruanas no es menor e incluyen informes y reportes de inteligencia elaborados como parte del trabajo en zonas declaradas en Estado de Emergencia.

Las filtraciones en el Ejército Peruano

Llama mucho la atención que en un reporte del presente año se haya incluido como amenazas que podrían tener una afectación al Estado al Partido Comunista del Perú–Patria Roja y a ex funcionarios públicos vinculados con el mismo. También se observan en dicho reporte nombres de dirigentes políticos antimineros vinculados con Frente Amplio y exdirigentes de otros partidos similares, así como personal de ONGs vinculadas con organizaciones políticas de izquierda nacionales e internacionales.

Es más, en el informe se establece que “Las diferentes organizaciones sociales, gremiales de las regiones de Apurímac, Cusco y Madre de Dios, continuarían siendo infiltrados por organizaciones ante extractivas, ONG’s antimineras, organizaciones fachadas dedicadas al TID [Tráfico ilícito de drogas], organismos de fachada de las OOTT SL y TA [Organizaciones Terroristas Sendero Luminoso y Tupac Amaru] (MOVADEF, UDEPP, PCP-Pr, Patria Libre, Frente Amplio, Tierra y Libertad, Inkarristas, etc.).” y que “los actores de la amenaza cuentan con el asesoramiento de organismos no gubernamentales (ONG’s) nacionales y extranjeras; asimismo, cuentan con el respaldo de actores políticos de tendencia izquierda y extrema izquierda los cuales promueven un cambio de modelo económico y una nueva constitución.”

Sobre este último punto, se mencionan expresamente ONGs tales como Amnistía Internacional, Derechos Humanos sin Fronteras, Instituto de Defensa Legal (IDL) y CooperAcción.

Otro caso de indignación selectiva

Esta semana supimos que el periodista Marco Sifuentes se indignó en su cuenta de Twitter por la criminalización de partidos políticos y organismos de derechos humanos. Muchos usuarios de Twitter le daban la razón y pegaron el grito al cielo, criticando las labores de seguridad y defensa que realiza el Ejército del Perú en zonas calientes como el VRAEM.

Lamentablemente, el Perú está plagado de líderes de opinión como él, que acusan pública y airadamente de organizaciones criminales a partidos políticos que les desagradan, pero callan y defienden a organizaciones que descaradamente vienen desestabilizando a la sociedad peruana y han causado conflictos sociales que han culminado en muertes, en la paralización de proyectos que habrían sacada a cientos de miles de peruanos de la pobreza y en el rápido crecimiento de actividades nocivas como el narcotráfico y la minería ilegal .

Estas actividades, entre otras consecuencias, han hecho del secuestro de menores de edad y la trata de blancas para prostitución prácticas comunes en inmensas zonas de la selva del sur peruano.

¿Un secreto a voces?

Para muchos de nosotros el contenido filtrado solo confirma los oscuros intereses políticos y económicos detrás de partidos y ONGs que, revestidas de un manto de superioridad moral y buenísmo, llevan décadas agitando a la población local y azuzando conflictos sociales asesorados por agentes de dictaduras extranjeras.

Desde esta tribuna, lejos de condenar al Servicio de Inteligencia del Ejército, nos alivia saber que estos tengan claramente identificados como amenazas al Estado Democrático a estas organizaciones y a sus dirigentes y que se realicen trabajos de inteligencia y reconocimiento que sigan de cerca los vínculos que estas puedan tener con organizaciones terroristas, narcotraficantes y dictaduras extranjeras que quieren intervenir impunemente en la política nacional, entre otras lacras para el desarrollo del Perú.

Sobre Guacamaya

El grupo de hackers Guacamaya es (aparentemente) un grupo de izquierdistas radicales que reivindica el indigenismo y el ambientalismo en Latinoamérica. Consideran que las FF. AA. de nuestros países son vehículos que garantizan la dominación del imperialismo norteamericano” y "la presencia extractivista del norte global".

No nos queda claro cómo un simple grupo de hackers pudo vulnerar los sistemas de inteligencia de las FF. AA. de tantos países, por lo que especulamos que, por lo menos, han recibido asistencia técnica de los servicios de inteligencia de algún Estado interesado en desprestigiar a estas instituciones marciales.

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