Las elecciones regionales y municipales tuvieron lugar hace poco más de una semana y los resultados confirmaron la total desconexión entre lo que los peruanos demandan y lo que los peruanos votan. Incluso la principal victoria de la oposición –la elección de López Aliaga– apenas indica un aprendizaje del electorado peruano. Por ejemplo, en Lima el 81% desaprueba a Castillo; sin embargo, al menos el 50% de los limeños votó por partidos oficialistas o cercanos al oficialismo (Juntos por el Perú, Podemos, Perú Libre y Somos Perú). ¡Quién los entiende!
Adicionalmente, en lugar de aumentar su apoyo electoral, el principal bloque opositor (Renovación Popular, Fuerza Popular y Avanza País) ha perdido apoyo en Lima. En el 2021, los tres partidos sumaron 46% de los votos limeños, mientras que en el 2022 todo el bloque apenas se acercó al 30% de los votos (incluyendo a la candidata de Avanza País de la que comentaré más adelante). De modo que la victoria de López Aliaga poco tiene que ver con un electorado limeño más maduro y responsable, sino más bien con la dispersión de un electorado cada vez más confundido.
Más allá de Lima, la situación tampoco es mejor. En La Libertad, Acuña ganó con cerca del 30% de los votos a pesar de su cercanía y complicidad con el gobierno y cuando hace menos de dos meses se escuchó que el hombre quería crear un distrito para ganar elecciones. ¡Este país es increíble!
En Arequipa, las elecciones regionales las ganó Rohel Sánchez, un académico, ex rector de la UNSA, que se opone a Tía María y quiere dinamitar el proyecto Majes Siguas II, implementando el modelo de las 5 hectáreas. Como siempre, la academia no es garantía de nada y Arequipa se condena sola al atraso y la miseria.
El caso de la alcaldía de Arequipa es aún más lamentable. Por primera vez en décadas se presenta un candidato serio, con sentido común, propuestas innovadoras y exitoso en el sector privado, —me refiero a Ramírez de Villar— y los arequipeños votan por un árbitro de fútbol tan básico como Candia o Zegarra. ¿Para qué piden que se presenten los mejores si siguen votando a los mediocres de siempre?
Ahora, respecto a los partidos, por fin el electorado decidió castigar a Acción Popular. Desde 2019, este partido no tiene ningún congresista que destaque —a lo mejor se salva Franco Salinas— y viene dinamitando el país a punta de populismo y complicidad.
Respecto a Avanza País, es increíble la falta de pragmatismo e irresponsabilidad de este partido. No les bastó con casi regalar la mesa directiva al oficialismo en julio de este año, esta vez decidieron mantener la candidatura de la señora Soto —¡quién conoce a esa señora!— hasta el final de la campaña y casi le regalan la alcaldía a Urresti. Con los 180 mil votos que recibió Avanza País, fácilmente habrían podido asegurar la victoria de Renovación Popular y no habrían puesto en riesgo la alcaldía de Lima.
En lo que respecta a Fuerza Popular, no haber tenido un candidato para Lima fue una muestra de madurez y responsabilidad que cabe rescatar. Esperemos que López Aliaga sepa valorar ese acto de patriotismo y no continúe con ataques en busca de aplausos.
En conclusión, estas elecciones de octubre han dejado en claro que el electorado no ha aprendido de sus errores y que si bien la oposición ha madurado algo –caso de Fuerza Popular– aún está lejos de ser un bloque sólido que canalice las demandas del casi 80% de peruanos que desaprueban el desgobierno de Castillo y que exigen la condición más básica para el progreso: la predictibilidad.