Pedro Castillo sabe que la impunidad se le acabará cuando deje la Presidencia de la República. Sabe también que el ataque es su defensa y la mentira su mejor aliada.
Por eso, no dudó ni un segundo en firmar el pedido a la Organización de Estados Americanos (OEA) para que aplique la Carta Democrática Interamericana, pues , según su distorsionada versión de los hechos, en el Perú se viene tramando un “golpe de estado”.
“En los últimos meses ocurren en el país una sucesión de hechos por parte del Poder Legislativo, Ministerio Público y de otros órganos constitucionales, (…) que han configurado un proceso destinado a la alteración del orden e institucionalidad democrática”. Fue en estos términos que Castillo Terrones se dirigió a la OEA en un documento remitido el 12 de octubre, al día siguiente que la Fiscal de la Nación, Patricia Benavides, formalizara la denuncia constitucional contra Castillo.
Esta solicitud se verbalizó mediante un mensaje a la nación pronunciado en la víspera que la OEA convocara al Consejo Permanente y decidiera enviar una misión especial al Perú.
En el primer párrafo de su resolución, la OEA pierde toda imparcialidad, y lejos de ser un árbitro neutral, se convierte en un actor político en disputa, en un mero aliado de Pedro Castillo.
“Expresar su solidaridad y respaldo al gobierno democráticamente electo de la República del Perú, así como a la preservación de la institucionalidad democrática”, se lee en la resolución del organismo multilateral.
“Solidaridad y respaldo”, dice la OEA. Según se lee en el diccionario, Solidaridad significa “Adhesión o apoyo incondicional a causas o intereses ajenos, especialmente en situaciones comprometidas o difíciles”.
“Apoyo incondicional”. Si es que la OEA ya tomó partido a favor de Castillo y su banda y se ha creído todas las mentiras de sus sobones de turno, ¿Cuál es el sentido de la misión?
¿Acaso el gobierno de Castillo se encuentra en total estado de indefensión que requiere el salvataje de la OEA y su solidaridad? Resulta extraño pues que quien ostenta el poder y cuenta con todos los recursos para rehuir de la justicia e incluso obstaculizarla, acuse un ataque sistemático desde los organismos autónomos del Estado.
Que se entere Luis Almagro de la OEA que existen siete investigaciones Fiscales contra Castillo y que la hipótesis del Ministerio Público establece que Pedro Castillo Terrones es el cabecilla de una organización criminal instalada en el poder.
Harían bien los funcionarios de la OEA en intentar sacudirse de prejuicios y anteojeras ideológicas y sepan escuchar la verdad de los protagonistas: de la Fiscalía y del Congreso, por ejemplo. No es tan difícil hacer bien su trabajo.