OpiniónSábado, 29 de octubre de 2022
Aguirre: segundo comandante del Huáscar, por Juan Carlos Llosa Pazos

Hace unos días en el parque que lleva su nombre y gracias a la Municipalidad distrital de Lince, la Marina de Guerra del Perú con la Asociación Pro Marina rindieron un sentido y justo homenaje al Capitán de Corbeta Elías Aguirre Romero, Segundo Comandante del Monitor Huáscar, quien perdió la vida en el glorioso Combate Naval de Angamos el 8 de octubre de 1879, combatiendo al lado de su comandante, el Capitán de Navío Miguel Grau Seminario.

Aguirre sucedió a Grau en el comando del Huáscar, instantes después de que se verificase la atroz muerte del Caballero de los mares, cuyo cuerpo fue despedazado por un proyectil de 250 libras lanzado desde el blindado Cochrane. Momentos de extremo desconcierto y desolación se vivieron a bordo del vapor de torreón peruano, al escucharse el frenético grito de “ha muerto el comandante!!!!!”, que pronto recorrió como un rayo, cada cubierta, cada compartimento, cada cuaderna del blindado.Había sucedido lo más indeseable para todos a bordo: la desaparición de quien con una valentía inigualable los lideró durante meses en la oscuridad de las noches de altamar, sorteando en cada balance, en cada rumbo, los peligros mortales que los asecharon hasta que finalmente, la fuerza oponente –materialmente muy superior- dio con el fantasma escurridizo, arrebatándole a sus marinos al osado conductor, al audaz comandante que había conseguido afectar sicológicamente la mente y la toma de decisiones del comando enemigo.

Elías Aguirre Romero

Esa fue la gran victoria de Grau, generar en el adversario, incertidumbre, miedo y desconfianza en la eficacia de la conducción de la guerra, menguando la moral de la Armada y del país enemigo. En palabras del guardiamarina Carlos Tizón, quien disparaba la ametralladora gatling desde la cofa del palo mayor del monitor: “fui de los primeros que vio caer a nuestro valiente y querido comandante… la desesperación que desde ese instante se apoderó de todos es indescriptible y cada uno hizo la intensión de morir peleando para vengar la sangre de nuestro nunca bien llorado jefe “.

Angamos, óleo de Germán Suárez Vertiz

Pese a la conmoción, la tripulación del glorioso monitor siguió luchando con toda la fortaleza espiritual que el Comandante Grau había sabido inspirar en ellos, convirtiendo aquella en un sentimiento eterno de peruanidad.

Era el momento del segundo comandante.El destino sometía al Comandante Aguirre a la prueba definitiva: o la claudicación o la gloria. Don Elías, de 36 años de edad, escogió lo último y se convirtió así en el más digno sucesor del Gran Almirante del Perú. En igual sentido que se expresara Winston Churchill, refiriéndose a las horas oscuras que le tocó encarar en 1940, parecía ser que el Segundo Comandante del Huáscar había vivido para esa hora y para esa prueba.

El relevo intempestivo del Comando del Monitor a 0950 –que hoy se conmemora por ley con un minuto de silencio en todo el territorio nacional- de esa mañana gloriosa, se hallaba contemplado desde las primeras ordenanzas navales emitidas por la corona española en la primera mitad del siglo XVIII, cuyos alcances se extendían a sus posesiones americanas. Aquella normatividad fue tomada como referencia en el Perú durante varias décadas después de fundada nuestra Marina de Guerra, como bien lo señaló el Capitán de Navío Miguel Grau siendo Comandante General de Marina en su memoria al gobierno firmado el 2 de enero de 1878. Tiempo después, el mando accidental, que recae en el jefe más caracterizado –comúnmente el Segundo- es normado en el artículo 32 del Código de la Marina Militar del Perú aprobado por el Congrego de la República con Ley del 25 de octubre de 1886.Líneas más abajo del mismo Código, se dispone que el Segundo Comandante suceda provisionalmente en el mando al Comandante en los casos de muerte, infidencia o cualquier otro impedimento moral (artículo 333)

El Segundo acompaña al Comandante en las revistas de inspección y demás actos generales del servicio de a bordo.Al entrar en combate su puesto será el que el Comandante le designe, así como se le conferirá el mando del abordaje (artículo 351). Durante el Combate y en toda maniobra, estará cerca del Comandante para secundar y ejecutar sus órdenes, acudiendo en todas partes donde su presencia fuere necesaria (artículo 374).

La función del Segundo Comandante, o del ExecutiveOfficer (Oficial Ejecutivo) así llamado en la Armada de los Estados Unidos de América, tanto hoy, como hace 300 años, es fundamental en apoyo al Comandante, quien a su vez tiene la responsabilidad de conducir, en medio del mar, un buque de guerra con muchas vidas humanas a bordo.

La conservación de la disciplina, el cumplimiento estricto de la rutina a bordo, la eficiencia de cada ejercicio programado, la jefatura de la Cámara de Oficiales, en general la dinámica del buque, son responsabilidades internas que recaen en el Segundo Comandante.Su firmeza y su compromiso a prueba de los vientos más recios, así como su lealtad al Comandante, garantizarán el cumplimiento exitoso de la misión a todo buque de guerra. Ese fue el rol que con creces cumplió el Comandante Aguirre en los días de la Campaña Naval de 1879, hasta su trágica muerte en los momentos en que gobernaba el Huáscar y conducía el tiro de los cañones de avancarga de 300 libras de la torre principal. En efecto, mientras orientaba la ronza de la torre blindada desde la tronera del jefe de la pieza, Aguirre gobernaba al espolón con proa al Cochrane. Percatado del peligro, el blindado de 3,560 toneladas de desplazamiento –más del doble que el del Huáscar- maniobró apresuradamente para eludir la embestida de su oponente. En ese instante, un proyectil del Cochrane acabó con su vida, decapitándolo.

Elías Aguirre Romero

El Segundo Comandante del Huáscar había nacido el 1 de octubre de 1843, en Chiclayo. Según uno de sus biógrafos, el Capitán de Corbeta José Carlos Cosio Zamalloa -quien fuera Director del Museo Naval en los 80’s- Aguirre ingresó a la Escuela Naval el 7 de junio de 1858. Tuvo una destacada foja de servicios que inició como guardiamarina a bordo de la fragata Amazonas. Ocupó cargos importantes como Segundo Comandante del Monitor Manco Cápac y de la Corbeta Unión, Comandante de la Cañonera Chanchamayo y Sub Director de la Escuela Naval. No dejo descendencia. Le sobrevivió su madre María Candelaria Romero.

Óleo pintado por el Comandante de la Marina italiana Giovanni Roncagli

A inicios de la guerra, el Comandante Elías Aguirre se reincorpora a la Armada luego de un tiempo relativamente breve fuera del servicio. Fue asignado a la Segunda División Naval que comandó el Capitán de Navío Aurelio García y García, como Mayor de Órdenes, lo que hoy se conoce como Jefe de Estado Mayor de División de Flotilla. En julio de 1879 es cambiado de colocaciónal glorioso monitor como Segundo Comandante, en reemplazo del experimentado y muy cercano amigo de Grau, Capitán de Fragata José Esequiel Otoya, quien pasó a desempeñarse como Secretario de la Comandancia General de Marina en el Arsenal Naval del Callao.

Pasada la guerra y desde principios del Siglo XIX, varios tipos de unidades de combate (acorazados, destructores, cruceros) han llevado el nombre del Comandante Elías Aguirre, siendo la más importante un poderoso crucero portahelicópteros de construcción holandesa -donde quien escribe estas líneas tuvo el privilegio de servir recién graduado como Alférez de Fragata- y que surcó nuestro dominio marítimo por décadas hasta que fue apresuradamente dada de baja a fines de los noventa, sin que realmente mediaría una necesidad operacional para prescindir de tan poderosa Unidad.

Portahelicópteros Elías Aguirre

En el 201° aniversario de la Marina de Guerra del Perú y 143° aniversario del Combate Naval, rendimos homenaje a la memoria del Capitán de Corbeta don Elías Aguirre Romero, Segundo Comandante del Monitor Huáscar, valeroso oficial de Marina quien tras la desaparición del Capitán de Navío Miguel Grau Seminario, asumió el comando del glorioso monitor, comportándose a la altura de su comandante en la gesta de Angamos, magna fecha que nutre desde entonces elespíritu naval, y que ni las bombas, ni los disparos por la espalda del terrorismo maoísta, han podido socavar.

Vencidos vencedores de Angamos, Grau, Aguirre y los que con ellos marcharon a la eternidad esa mañana están siempre vivos en las mentes y corazones de sus herederos, los marinos del Perú.

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