OpiniónMiércoles, 2 de noviembre de 2022
“Los conservadores” y la necesidad de publicar, por Santiago Carranza-Vélez
Los conservadores, por Fernán Altuve

La semana pasada se publicó en librerías Los conservadores. Vida y obra de una élite intelectual en los albores de un Perú independiente, último libro de Fernán Altuve. La obra reseña la biografía intelectual de siete pensadores en sumo importantes e innecesariamente olvidados por la cultura popular y la historiografía peruana. Hablamos de Blas de Ostoloza, José Ignacio Moreno, José de la Riva Agüero y Sánchez Boquete, José María de Pando, Juan García del Río, Antonio José Irrisari y José Joaquín de Mora. El contexto en el que se desenvuelven fue alrededor de la Independencia, desde la primera década del siglo XIX hasta 1839, cuando se disuelve la Confederación Perú-boliviana.

Altuve empieza revisando actores políticos como Blas de Ostolaza o José Ignacio Moreno, quienes fueron diputados por el Virreinato del Perú para las Cortes de Cádiz, allá por 1809. Ostolaza, clérigo de profesión, es el que demuestra un mayor fidelismo, una lealtad casi irrestricta a la Corona Española. Está a favor de la monarquía absolutista, de la continuación de los virreinatos de ultramar, pero con el añadido de creer en la igualdad legal para los súbditos. José Ignacio Moreno, por su parte, desarrolló un ideario monarquista más acorde con los cambios que se vivían en el Perú y la región. Durante el Protectorado de San Martín, formaría parte de la Sociedad Patriótica y apostaba por el establecimiento de una monarquía constitucional. Cabe resaltar que es distinta una monarquía absolutista a una constitucional, Ignacio Moreno desarrolló un conservadurismo acorde con la situación de cambio; Ostolaza era reaccionario. Y cabe resaltar, a su vez, que Moreno aceptó y difundió la Independencia del Perú; Ostolaza era fidelista, dos versiones distintas de conservadurismo monarquista.

El libro continúa con la biografía intelectual de José de la Riva Agüero y Sánchez Boquete, prócer de la Independencia y primer presidente constitucional del Perú. Riva Agüero fue caudillo militar, político y también escritor. Produjo muchos escritos de pensamiento político a través de su larga carrera. Él consideraba que la heterogeneidad de la sociedad peruana, junto a una cultura política marcada por el virreinato y la anarquía pos Independencia, incompatibilizaba la realidad peruana con la democracia. Por ello, apostaba por una monarquía moderada, que sepa confluir entre mayores libertades y un orden establecido, con una nobleza, pero también con meritocracia. Según Basadre, en su libro Iniciación de la República, Riva Agüero quería llevar la corona en el régimen que proponía, quería ser rey del Perú, por ello se casó con una princesa europea y buscó fondos en Europa para una expedición monárquica. No se llevaron a cabo sus sueños, sin embargo, fue la gran figura política de los inicios de la República, un personaje del que se debería publicar más.

José María de Pando es otro personaje apasionante e incluso más escondido por la historiografía. Fue un peruano que llegó, nada más y nada menos, que al cargo de secretario de Estado del Rey de España. De hecho, se sabe que era el redactor de diversos escritos y discursos de Fernando VII. Por situaciones políticas adversas, en 1823, Pando escapa de España hacia el Perú. En ese entonces, la gesta emancipadora estaba cuesta arriba. El poder político se debatía entre los rivaguerinos y los Bolivarianos. Pando y Bolívar se conocieron en Europa algunos años atrás. Bolívar creía que Pando era el más inteligente de los peruanos. Por ello, no dudó en hacerlo ministro de su gobierno. Así, fue ministro de Gobierno y Relaciones Exteriores del Perú con Bolívar entre 1826 y 1827. También lo sería en dos ocasiones más bajo los gobiernos de Agustín Gamarra en 1830 y 1832.

Pando fue un gran promotor intelectual. Suscitaba la formación de las nuevas generaciones. Durante 10 años, entre 1824 y 1834, organizó tertulias a las que asistían personajes como José Ignacio Moreno, del que ya hablamos, Justo Figuerola, José María Corbacho, Manuel y Carlos Pedemonte, Hipólito Unanue, Manuel Pérez de Tudela, José Larrea, Lucas Pellicer, Juan Salazar, José Cavero, Benito Laso, Pedro Bermúdez, Andrés Martínez Orihuela, Evaristo Gómez Sánchez, Vidaurre, Felipe Pardo, Manuel Ignacio Vivanco, entre otros destacados de la época y de las décadas siguientes.

Sin embargo, ¿qué pensaba Pando? Apostaba por las instituciones fuertes para un país aún muy débil. Era presidencialista a rajatabla. Creía en la “Cultura de Autoridad” de los hombres fuertes, no necesariamente autoritarios, pero sí con la capacidad de imponer orden a la anarquía. Marcó el derrotero intelectual de lo que pensarían los conservadores republicanos en las siguientes décadas. Una figura demasiado importante por su rol en los gobiernos, pero aún más por su legado intelectual, otro personaje sobre el que deberíamos conocer más.

Finalmente, Altuve culmina esta travesía con los intelectuales conservadores que defendían la Confederación Perú-boliviana, proyecto político liderado por el mariscal Andrés Santa Cruz entre 1836 y 1839. Juan García del Río, Antonio José Irrisari y José Joaquín de Mora no nacieron en el Perú, pero fueron partícipes de la defensa de la Confederación, ¿Qué creían? Que el Alto Perú debía estar unido al Perú. Bolivia era un país recientemente fundado, históricamente los nexos entre aquel territorio y el peruano eran de unidad cultural y política. Ellos tres, a su vez, fueron grandes personajes, por ejemplo, Juan García del Río ocupó el cargo de presidente de la Gran Colombia entre 1830 y 1831, y José Joaquín de Mora es uno de los mayores exponentes de la literatura española del siglo XIX.

Quizás la mayor crítica que le encuentro a este libro rico en datos y de ágil lectura, es que no reseña a los intelectuales conservadores contrarios a la Confederación, como Felipe Pardo y Aliaga o Andrés Martínez y Orihuela. Si hablamos de conservadores, por más que se encuentren en orillas opuestas, había que incluirlos.

La necesidad de publicar

El libro de Altuve es importante por distintas razones. La primera es por el rescate histórico de los intelectuales de los que estuvimos hablando. La segunda es porque pone un ladrillo en la escueta literatura sobre las derechas en el Perú. Y lo digo con conocimiento de causa.

Cuando realizaba mi tesis de licenciatura para Ciencia Política y Gobierno en la PUCP, sobre la derecha liberal peruana en las últimas tres décadas, la literatura no solo era reducida, si no sesgada. La mayoría de académicos que escriben sobre la derecha son de izquierdas y utilizan sus escritos para denostar, implantar falsos relatos y para mostrar una versión, en varias ocasiones, muy distorsionada y prejuiciosa de las ideas y actores de la derecha política peruana.

Altuve lo dice en su introducción. Durante la segunda parte del siglo XX, la literatura académica ha estado tomada por textos sobre el progresismo. Yo sumo que, además, ha estado escrita mayoritariamente por progresistas o marxistas. Por ello, un libro sobre conservadores, escrito por un conservador, en estas épocas, es una excepción a la academia, un suceso que debería ayudar para despertar el interés y fomentar la redacción desde la tribuna de la derecha. Ya sean conservadores, liberales o cualquier tipo de derecha. En todas sus subdivisiones lo que cunde es el vacío.

Redactar bibliografía de derecha es importante por demasiados motivos como para explicarlos en este espacio, pero quiero detenerme ahora en un único problema. Altuve abre su introducción con la siguiente cita de Nicolás Gómez Dávila, erudito colombiano de mucha relevancia y de pensamiento reaccionario, el cual dice: “El reaccionario no escribe para convencer. Meramente transmite a sus futuros cómplices el legajo de un pleito sagrado”. Hermosa frase que resume la agonía de la literatura derechista.

Si además de que escribimos poco, escribimos solo para nuestros cómplices y sin la intención de convencer, pues seguiremos siendo solo una rareza en la academia, y nuestras ideas seguirán siendo subyugadas a la estrategia dominante de quienes están en la orilla del frente. No podemos seguir en la orfandad intelectual.

Los invito a leer el libro de Altuve. Es un texto rico en datos, en ideas y en sucesos históricos que reivindica a grandes peruanos que no pueden quedar en el olvido.

PD: si quieren leer un texto sobre la derecha liberal contemporánea, ya que básicamente hemos estado hablando de conservadores de la primera mitad del siglo XIX, los invito a leer mi tesis de licenciatura presionando aquí.

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