OpiniónLunes, 14 de noviembre de 2022
Inflación: la batalla continúa, por Bruno Schaaf
Bruno Schaaf
Analista político

Los últimos datos sobre la inflación han arrojado algo de luz a los mercados y éstos se han vuelto locos. Esta semana se publicó la inflación estadounidense y esta resultó ser del 7,7% interanual, muy por debajo del 7,9% esperado. La consecuencia de esta aparente buena noticia fue que los mercados se dispararon con la esperanza de que la reducción de la inflación pudiera frenar el endurecimiento monetario de la Reserva Federal.

Es importante señalar que se trata del cuarto descenso mensual de la tasa de inflación desde el máximo del 9,1% alcanzado en junio, y que la inflación subyacente, es decir, la que excluye los precios volátiles de los alimentos y la energía, aumentó un 6,3% interanual, por debajo del 6,5% interanual que esperaban los mercados.

Como pueden ver, las noticias no son nada malas. Sin embargo, se olvida que estos niveles inflacionarios todavía siguen siendo altos y que reducir la agresividad de la política monetaria solo alargará el problema. El optimismo también lleva a muchos a olvidar que los precios no volverán a sus niveles previos, sino que —en caso de ganar la batalla a la inflación— simplemente no continuarán subiendo. Además, antes de asumir un cambio de rumbo en la política monetaria, falta ver los datos de la inflación de noviembre, los cuales se publicarán poco antes de la siguiente reunión de la Reserva Federal y que sí podrían empujar a la Reserva Federal a reducir la agresividad de su política monetaria.

Recordemos que actualmente la tasa de interés es de 4% y la inflación anual –como comentamos– es del 7,7%. En febrero, la tasa de interés era 0,25% y la inflación era de 7,9%. No cabe duda que la situación ha cambiado considerablemente; sin embargo, no se debe perder de vista que la inflación todavía se encuentra cercana al 8%. En realidad, no hay mucho que festejar.

Ahora, sobre los datos publicados debo decir que sí hay algunas noticias positivas. Por ejemplo, la reducción de la inflación de los alimentos al 0,6% intermensual, después de haber alcanzado un pico del 1,2% en mayo.

Por otro lado, resulta interesante que se confirme la tendencia al alza de la inflación de la vivienda, que alcanzó el 0,8% de inflación intermensual y que lleva subiendo desde julio. La inflación de la vivienda es un indicador que por naturaleza reacciona tarde y que en algún momento tendrá que alcanzar al resto de los indicadores y, por lo tanto, probablemente —y esto es importante— nos lleve a mantener niveles de inflación artificialmente altos cuando el resto de la inflación comience a bajar y los precios de vivienda todavía se encuentren enaumento.

En fin, las subidas de tipos de la Reserva Federal parecen haber surtido efecto en el nivel de precios y éstos parecen haber alcanzado su máximo a mediados de este año. Sin embargo, dar por sentada la batalla, cuando la inflación sigue estando cerca del 8%, parece precipitado e irresponsable. No dejarse guiar por los mercados y dar prioridad a la estabilidad monetaria debería ser la piedra angular de cualquier decisión de la Reserva Federal. Sólo así se evitará la prolongación de la destrucción del ahorro que vemos desde finales del año pasado.

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