“Si al Presidente lo vacan yo me voy con el Presidente”, decía una acalorada Dina Boluarte el 7 de diciembre del año pasado, cuando se discutía la primera moción para destituir a Pedro Castillo. Exactamente un año después, Boluarte parece soñar con la banda presidencial y prefiere convenientemente olvidar aquella declaración de lealtad incondicional.
Si el miércoles 7 de diciembre se lograra vacar a Pedro Castillo, la sucesión constitucional establece que Boluarte asuma la Presidencia de la República. Y eso nos colocaría en otra compleja situación.
La urgente necesidad que Castillo deje la Presidencia, no debe llevarnos a ignorar la pesada mochila que carga Boluarte, quien no ha sido ajena a los enjuagues de Perú Libre incluso desde antes de la campaña electoral. Cómo olvidar su papel como tesorera de Vladimir Cerrón, cuando en una cuenta bancaria a su nombre se depositó el dinero que sirvió para pagar la reparación civil del sentenciado por corrupción Vladimir Cerrón. Nada menos que 900 mil soles.
Además, no se entiende cómo logró inscribirse como candidata a la Vicepresidencia de la República sin haber renunciado a su puesto como funcionaria de Reniec, que es uno de los organismos que conforman el sistema electoral peruano. La ley es clara en señalar que los funcionarios electorales no pueden ser candidatos a nada, a menos que hayan renunciado. Boluarte recién renunció en abril de este año siendo ya Ministra y Vicepresidenta.
A eso hay que sumarle los millonarios contratos con el Estado con los que se han visto favorecidos sus sobrinos.
Sobre Boluarte pese además una denuncia constitucional que apunta a su inhabilitación en la función pública pues siendo ministra y Vicepresidenta firmó documentos como Presidenta del Club Apurímac, hecho que también está prohibido por ley.
El proceso de inhabilitación, que sigue su curso en el Congreso, favorece a Boluarte. Es inexplicable que la oposición parlamentaria haya permitido que el informe de la denuncia contra la vicepresidenta haya recaído en Edgar Reymundo, parlamentario afín al régimen, quien recomienda el archivo de la denuncia.
Boluarte tampoco ha sido capaz de marcar distancia con las denuncias de corrupción del régimen del que forma parte. Recién dejó el Gabinete tras el nombramiento de Betssy Chávez como Presidenta del Consejo de Ministros.
No podemos ignorar que la llamada izquierda caviar, los mismos que encumbraron a los Humala-Heredia, festinaron con Susana Villarán, adularon y apañaron a Martín Vizcarra, se frotan las manos ante la posibilidad que Dina Boluarte se convierta en la primera mujer en asumir la Presidencia Constitucional de la República.
La urgente necesidad de que Castillo Terrones deje el poder no puede llevarnos a encumbrar a Boluarte como la solución a la crisis que vivimos. De darse el caso, su asunción sería constitucional, pero eso no debe significar de modo alguno borrón y cuenta nueva.
Ni tregua ni luna de miel. Estamos advertidos.