Le dedico mi columna a un número que espero, a partir de hoy, no crezca y se vuelva el indicativo de un mal recuerdo: 497. El número de días de desgobierno, a los cuales los peruanos hemos tenido, de mala gana, que acostumbrarnos. 497 días sin rumbo, sin dirección, con un mentecato en la presidencia, que ha gozado de una vida de millonario en Palacio, mientras su pueblo lo repudia a él y a su gente, que viven a cuerpo de rey mientras el peruano promedio tiene que hacer las cuentas para vivir el mes.
497 días en el poder, 497 días de corrupción, de escándalos, de mentiras y falsas promesas. 497 días donde los insumos han aumentado sin reparo, donde la gasolina ha alcanzado un costo no visto jamás, generando que el pueblo tenga más dificultades para subsistir, a pesar de que la perorata fue que se les iba a enriquecer, pero solo se les empobreció. 497 días de inestabilidad política, de guerrillas, de nombramientos inauditos, y de una gestión del país deprimente. 497 días de incertidumbre y de no saber que le deparará al Perú. 497 días donde se ha dañado a la patria como capaz nadie, desde palacio, en tan poco tiempo, lo había hecho.
Que el numero crezca o no dependerá de la voluntad del Legislativo. De cómo las bancadas han armado su estrategia, sus alianzas, para ir por el sendero correcto. El panorama es distinto a los anteriores intentos de sacar a Castillo, y ahora corre un aire de optimismo que puede ilusionar a más de uno.
La incapacidad moral de nuestro -lamentablemente- jefe de Estado está mucho más expuesta que en otras ocasiones. Las designaciones más que cuestionables de funcionarios por parte de Castillo, que además han sido exageradamente numerosas. La corrupción de su gobierno es cada vez más difícil de encubrir, y difícilmente encontraremos algún peruano que defienda a Castillo en ese aspecto. Por último, una tesis plagiada, que a cualquier profesional no solo le costaría su puesto en el trabajo, sino que probablemente le impediría acceder a otro.
Hemos vivido estos 497 días, escuchando por doquier, que los números para la vacancia no existen, que sería imposible, que, si queremos que Castillo abandone Palacio, tendrá que ser mediante otra propuesta -como la de adelanto de elecciones-. Palabras que, siempre han tenido razón, pero que hoy pueden ya no tenerla. El amedrentamiento del prosor al Congreso, sobre una primera negación de la cuestión de confianza puede generar que la balanza cambie y que, por último, ante el miedo de perder su chamba, pueda conllevar a que ciertos votos que siempre han sido indiferentes a la vacancia hoy apoyen a la moción.
Que ministros como Chero, ya salgan a decir que no reconocerían una vacancia de Castillo, es un buen indicador. Demuestra que no solo sienten la presión hasta el cuello, sino que de verdad esta vez, tienen miedo, y que ven que los 87 votos pueden ser una realidad.
497 días pueden ser los que Castillo pasó en Palacio, y esperemos, no pase ni un día más. Todo queda en manos del Congreso a los que todos los peruanos les pedimos que actúen con patriotismo, no ese efímero que caracteriza al peruano promedio, sino aquel de verdad, que muestra el amor a su patria. Piensen en el Perú y voten por el Perú. Esperar eso, es lo único que a los peruanos nos queda. Hagan que 497 sea el número que nos indique que Castillo no es más nuestro presidente.