OpiniónMiércoles, 7 de diciembre de 2022
Por memoria y dignidad, un gobierno de izquierda nunca más, por Diego Gutiérrez

Ha llegado el día. Hoy el Congreso de la República debatirá y votará la tercera moción de vacancia. Al cierre de esta edición, aún no había un panorama claro respecto de la proyección de votos de la vacancia, pues como todos sabemos, para vacar a Pedro Castillo se necesitan 87 votos que lamentablemente, ni con la oposición totalmente unida se llega a dicha cifra. Se necesitan votos del oficialismo, de la izquierda, de ese sector que se autoproclama “la reserva moral del país”.

Resulta al menos contradictorio que con todas las claras muestras de corrupción, ineptitud y hasta delincuencia, la izquierda peruana decida hacer caso omiso, hacerse de la “vista gorda” y mantener su perfil servil al gobierno. La izquierda prefiere un gobierno corrupto (pero, al fin y al cabo, un gobierno de izquierda) antes que la estabilidad democrática del país.

Vale la pena recordar (una vez más) que hace unos años los mismos que hoy defienden a Castillo y que incluso piden una “tregua por el país”, son los que pedían la vacancia de PPK sin parar. En aquel entonces, la ambición de poder de la izquierda llegó a tal punto que no les importó votar en coro con sus “amigos” fujimoristas. Hoy, esas mismas personas defienden a capa y espada a su presidente Castillo, pese a que los indicios de corrupción son inclusive más evidentes.

Si algo ha caracterizado a la izquierda peruana a lo largo de los años es su doble moral. Por ejemplo, nos referimos a esa capacidad que tienen los izquierdistas para condenar la dictadura de Pinochet y Fujimori, pero a la vez justificar e incluso defender la dictadura de Chávez y Maduro. No les importa nada, solo imponer una ideología. Su ideario de ser “más sensibles a las injusticias” es puro humo, solo quieren perpetuarse en el poder.

Hoy por hoy, la izquierda en el Perú es sinónimo de inmoralidad, porque además de que esa ideología sobrepone los intereses del Estado y del “grupo de poder de turno” sobre los derechos y la libertad de los individuos, avalan y defienden un gobierno corrupto por simples cuotas de poder, o, sino que se los diga Anahí Durand, que se volvió una defensora de Castillo y su entorno machista por un jugoso sueldo en el Ejecutivo.

No descartaría que los delincuentes (aquellos que integran bandas criminales que acechan día a día) tengan más ética que Castillo y la izquierda que lo protege. En muchos casos, hasta los más avezados criminales son capaces de reconocer los delitos que cometen, pero Castillo y su círculo prefieren morir en la negación y la inmoralidad. Su incapacidad moral permanente fue evidente desde los primeros indicios de corrupción.

La izquierda peruana no tiene dignidad ni moralidad, no tienen vergüenza de nada. Pase lo que pase hoy, no debemos permitir que se sigan jactando de su “superioridad moral”, por el contrario, debemos acusarlos de ser moralmente inferiores a cualquier tipo de ideología. Están lejos de hacer una política de principios, ellos hacen una política por ambición de poder y su enriquecimiento a cualquier costo

La izquierda siempre corea la frase “por memoria y dignidad, Fujimori nunca más”. Yo les propongo una nueva frase, una más actualizada y en respuesta a toda la desgracia que trae esa ideología falsa y empobrecedora: “por memoria y dignidad, un gobierno de izquierda nunca más”. Nos están robando (a ti, a mí, a nuestros padres), se están robando NUESTRO dinero, la izquierda nos está robando. Tengamos dignidad, no permitamos que los inmorales vuelvan al poder.

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