La Superintendencia de Migraciones ha dispuesto el impedimento de ingreso al Perú del ex presidente de Bolivia Evo Morales, como consecuencia de su intromisión azuzadora en los asuntos políticos de nuestro país. Decisión políticamente atinada, ya que, desde que Pedro Castillo intentó dar un golpe de Estado, el ex mandatario boliviano ha estado interviniendo de manera instigadora en la política peruana, con intenciones de avivar los conflictos sociales, y a la vez, con el infame propósito de generar caos para crear un ambiente que haga pensar que necesitamos una asamblea constituyente.
Evo Morales pretende hacerse pasar como el líder político que se preocupa por los acontecimientos de la región. Sin embargo, llega a ser un demagogo más, que por encima de la democracia sobrepone su ideología. Llega a ser un hipócrita que dice preocuparse por el trato humanitario que debe recibir el golpista Pedro Castillo, y no se preocupó por la situación de políticos como Luis Fernando Camacho, gobernador de Santa Cruz, quien ha sufrido una detención arbitraria desde diciembre. Pero claro, cómo es que se va a preocupar por él, si es del bando político contrario. Lo que evidencia que solo defiende a los que comparten la misma ideología, tal y como también lo hicieron en su momento los presidentes Petro, AMLO, Arce y Fernández.
La decisión tomada por el Perú, de no permitir que Morales ingrese a nuestro país, debe servir como precedente para que en situaciones en las que algún político extranjero quiera inmiscuirse en nuestros asuntos de manera irresponsable, sea rápidamente reprochado.
Como peruanos debemos buscar la paz, la tranquilidad y la unidad. Asimismo, debemos empezar a formarnos una verdadera idea de democracia, para no dejarnos manipular ni engañar por populistas como Evo Morales que solo buscan instaurar y defender regímenes antidemocráticos a los que solo les interesa su agenda ideológica empobrecedora.