La democracia es el mejor sistema político que se conoce para defender la soberanía del pueblo, para elegir a sus gobernantes y a la vez para controlarlos mediante el balance e independencia de poderes e instituciones. La democracia busca la alternancia de ideas para el gobierno según se requiera. También promueve la tolerancia, la inclusión y la aceptación de diferencias, lo cual evita la violencia que solo ocasiona más violencia.
Pero como todo sistema humano también tiene fallas y la principal es cuando se vuelve dogmática; y se le restan los requisitos de control en los procesos internos de elección y en los externos que sesgados por cualesquiera conceptos se convierten en información no fidedigna al pueblo.
He cambiado opiniones al respecto con apreciados amigos de lucha contra la tiranía de Castillo y sus socios extranjeros del Foro de Sao Paulo, por lo que me permito sugerirles sopesar los peligros cuando la democracia mal concebida se convierte en principal arma contra ella misma. Y se vuelven funcional a ideologías totalitarias para lograr su propósito y ello puede darse tanto desde la derecha como desde la izquierda.
Este concepto se discutirá ampliamente entre tecnócratas que olvidan que las propuestas de desarrollo requieren siempre un clima de estabilidad y predictibilidad jurídica, líderes de partidos políticos con gran experiencia que requieren adaptarse a las nuevas amenazas de la convivencia social y, en general, a toda persona altruista y de buena voluntad que a veces debe compatibilizar intenciones principistas con realidades.
Y es que la democracia tiene dos conceptos fundamentales:
1) No es un don ni un regalo, debe merecerse y defenderse.
2) El proceso que la acompaña para su fin de elegir gobernantes debe ser transparente en el período electoral, así como en los controles para que la difusión previa sea también fidedigna y no sesgada, más aún si ello ocurre a lo largo de años creando el prejuicio del “antivoto” o de falacias como la necesidad de una Constitución (pilar de la nación) nueva cuando ni se conoce la existente.
Estos conceptos son de especial importancia para aquellos líderes presentes o futuros que desean hacer política en su máximo nivel tentando la Presidencia de la República y también para quienes deberán hacerlo con la mayor autenticidad personal de conceptos antes que por solo dogmáticos, sean estos sutiles o fundamentales. Una democracia es solo posible en la autenticidad que se base, se transmita y se acepte libre de injerencias subalternas.
Vamos a poner breves ejemplos de reciente coyuntura para meditar en lo que para muchos políticos y tecnócratas políticos constituye como tabúes:
1) La democracia es perfecta cuando cumple su fin del bien común en un gobierno, ¿Fue el golpe de Estado de Alberto Fujimori al Congreso reñido con la democracia? Sí, lo fue. Y a la vez demostró que la democracia es también imperfecta y constituyó un hecho de absoluta excepción que salvó al país y, en consecuencia, el fin supremo del bien común, ya que los obstáculos de los prejuicios políticos sin solución hubiesen ocasionado decenas o cientos de miles de víctimas mortales y años de totalitarismo demencial de la subversión sanguinaria al más puro estilo camboyano. Un hecho que por excepcional e indeseable también demuestra que el balance de poderes exige aquello que los humanos debemos ejercer: raciocinio para gobernar y sobrevivir en democracia.
2) La aceptación de la posibilidad de perder es propio de la alternancia democrática de línea de gobierno. Debe ser aceptada por ganadores y perdedores, sin excepciones. Sin embargo, ello requiere de procesos limpios y libres de injerencias que lo invaliden. Los procesos electorales con resultados muy cercanos deben ser especialmente fiscalizados y convalidados en múltiples instancias como, por ejemplo, los partidos políticos que participan, las instituciones no deliberantes como las Fuerzas Armadas y los gobiernos salientes con representatividad para trascender fronteras procurando auditorías de ser necesarias (en el Perú debió hacerlo Francisco Sagasti) y muy especialmente por los órganos de control constitucionales con veredictos inapelables en el país por ejemplo el Jurado Nacional de Elecciones, ONPE y Reniec. En una demostración de lo negativo de la democracia mal realizada, hoy, en el Perú, existe anarquía y violación de normas fundamentales constitucionales que permiten el abuso de minorías violentas sobre el resto de la ciudadanía.
Otros ejemplos del dogma principista negativo son por ejemplo que postulantes han sido desposeídos de ejercer la Presidencia de la República:
a) Guste o no guste el año 2016 la candidata Keiko Fujimori fue impedida de lograr la presidencia. Esto por un porcentaje excepcionalmente bajo de votos luego de injerencias del entonces presidente Humala. Pasó en los votos de mesas de transeúntes y de militares. También con la corporación El Comercio y la denuncia, a pocos días de las elecciones, sobre narcotráfico en la que estuvo relacionada el allegado Joaquín Ramírez y que terminó siendo infundada. Se quebró el principio democrático y salió electo Pedro Pablo Kuczynski con una mezcla de antivoto, unida a la transitoria alianza fáctica de la izquierda que a las pocas semanas de juramentado el cargo le dio la espalda de forma natural. Luego, fue encarcelado por corrupción de alto nivel relacionado a percepciones indebidas con Odebrecht y dando paso al inefable Martín Vizcarra, segundo miembro de la plancha presidencial y quien accedió por sucesión legal, destructor de la democracia, del Estado de Derecho, del copamiento institucional y del desborde de la corrupción en plena pandemia. Al mismo tiempo, Fuerza Popular logró una impresionante mayoría con 73 escaños parlamentarios mal utilizados para el fin último de bien común en constante conflicto entre Ejecutivo y Legislativo.
b) El año 2021, Rafael López Aliaga es impedido en proceso absolutamente cuestionado de acceder a una segunda vuelta electoral en competencia con Keiko Fujimori por cuanto en el partido Perú Libre de Pedro Castillo resultaba inverosímil un ascenso como el que resultó fraguado. Fujimori, en segunda vuelta, vuelve a ganar las elecciones presidenciales y le son arrebatadas por manifiesto fraude en el sistema electoral no auditado pese a numerosas pruebas obviadas o minimizadas por la imperfecta y dogmática democracia peruana y el sesgo político del entonces presidente transitorio Francisco Sagasti.
c) El año 2022 ocurren las mismas alegaciones de fraude en Brasil ante resultados increíblemente ajustados, probadas irregularidades y evitando una guerra civil el entonces presidente Jair Bolsonaro da paso a la sucesión presidencial sin reconocimiento explícito.
La semana pasada se vieron las imperfecciones de la democracia dogmática usando declaraciones de líderes extranjeros, pero especialmente de seguidores del Foro de San Pablo, cuyo líder principal es precisamente el supuesto presidente Lula da Silva, defensor y promotor de Odebrecht, herramienta de corrupción no solo de gobiernos, economías y apropiación internacional de recursos por ejes comunistas sino del sistema democrático en Latinoamérica. Ello origina un corolario de protesta nacional de meses y motiva al pueblo brasilero a rebelarse y defender su patria por propia mano, llegando a la violencia en tomas de edificios emblemáticos con la obvia anuencia de fuerzas militares y policiales que lo permitieron.
Quienes defienden el sistema democrático, entre los que me incluyo, condenan la violencia de donde venga, pero un sector no llega a comprender que situaciones como estas son producto precisamente de las imperfecciones no reconocidas y menos observadas y fiscalizadas de una incipiente democracia adulterada que tan solo por inercia se considera principista.
A los amigos de la lucha frontal por recuperar el país en calles y foros y a quienes desean participar en elecciones libres más tarde o más temprano en el país, para recuperarlo es recomendable sopesen la inconveniencia de creer en dogmas y más bien refuercen los conceptos de democracia participativa, representativa y con acceso a la información fidedigna si desean consolidar los valores de la República y evitar el totalitarismo provenga de donde provenga.