OpiniónLunes, 16 de enero de 2023
Francisco Sagasti carece de autoridad moral, por José Antonio Torres Iriarte
José Antonio Torres Iriarte
Abogado y analista político

Francisco Sagasti fue elegido congresista de la República, en su condición de militante del Partido Morado, agrupación política que propuso en noviembre de 2020 que el vacado ex presidente Martín Vizcarra reasumiera la jefatura de Estado.

El Partido Morado con apenas 9 congresistas, logró finalmente que un integrante de su bancada fuera elegido presidente del Congreso y asumiera interinamente la presidencia de la República. El Perú no puede olvidar que el gobierno de Francisco Sagasti se convirtió en la segunda fase del gobierno de Martín Vizcarra, encubrió los latrocinios de un gobierno caracterizado por la corrupción y la ineptitud para afrontar con responsabilidad la crisis sanitaria derivada de la COVID-19. La muerte de más de 200 mil peruanos, el uso de pruebas rápidas —desdeñando las moleculares—, el negarse a aceptar donaciones significativas de gobiernos y del sector privado, fueron el común denominador de la administración vizcarrista que fue avalada políticamente por un Francisco Sagasti que demostró estar lejos de ser un estadista y un buen gestor público.

Francisco Sagasti no tuvo reparo en que su elección fuera virtualmente consecuencia de la imposición de la dictadura mediática y caviar instrumentada por los grupos El Comercio, La República y RPP; por decenas de supuestos líderes de opinión solventados por generosos fondos de la cooperación internacional. En los aciagos días de noviembre de 2020, Perú sufrió momentos de abierta manipulación mediática y confusión, y de mentiras grotescas como la supuesta "'desaparición de decenas de personas". El país fue engañado al sobredimensionar las movilizaciones ocurridas en Lima en un contexto de crisis sanitaria. La muerte (aún no esclarecida) de dos jóvenes precipitó la renuncia del presidente Manuel Merino, abriendo el camino de una nueva sucesión presidencial.

Francisco Sagasti fue elegido presidente del Congreso, por ser uno de los 19 parlamentarios que no respaldó la moción de vacancia presidencial de Martín Vizcarra, negándose de una manera inconstitucional, antirreglamentaria y absurda que cualquiera de los 105 congresistas que votaron por la vacancia fuera electo presidente o miembro de la Mesa Directiva del Congreso.

Francisco Sagasti, sin trayectoria política, con una militancia tardía en la política nacional, fue elegido por un Congreso aún bajo la presidencia de un congresista de Alianza para el Progreso. La presidencia de Francisco Sagasti representó un alivio para Martín Vizcarra. Por ello cuando semanas después se conociera la trama del llamado "Vacunagate", el gobierno de Sagasti no transparentó el listado total de los vacunados de manera excepcional e irregular. Francisco Sagasti demoró en renunciar a su condición de candidato vicepresidencial por el Partido Morado, liderado por un político alicaído como Julio Guzmán.

El señor Sagasti no fue elegido por las grandes mayorías ni necesitó desplazarse por todo el país en busca del voto ciudadano. Tampoco requirió acreditar una larga trayectoria política marcada por exilios y persecuciones;. Todo lo contrario, la elección de Francisco Sagasti fue consecuencia del amedrentamiento callejero, la imposición mediática y la complacencia de sectores supuestamente democráticos que en momentos cruciales para la vida nacional, demostraron debilidad y cobardía.

Francisco Sagasti debió conducir el país en una etapa de transición y de convocatoria a elecciones generales, debiendo demostrar imparcialidad, para que el país no tuviera ninguna duda sobre la transparencia de los resultados electorales. Francisco Sagasti estaba facultado para solicitar a la Organización de Estados Americanos que al amparo de la Carta Democrática Interamericana se envié al país una comisión de expertos para llevar a cabo una Auditoría Internacional de las elecciones generales. Sagasti se negó porque tenía especial interés en favorecer la elección de Pedro Castillo, a pesar de los graves indicios de que se había consumado un fraude en el interior del país, al comprobarse que en centenares de mesas de sufragio el señor Pedro Castillo había alcanzado el 100% de los votos.

La actitud de la ONPE para no facilitar el cotejo de los padrones electorales con las actas electorales fue una muestra clara de parcialidad; como también fue cuestionable que el Jurado Nacional de Elecciones no invocara razones de tiempo para no dirimir las impugnaciones planteadas por Fuerza Popular. Sagasti declinó, demostrando poco interés para facilitar que los auditores internacionales pudieran dar certeza y confianza sobre los resultados electorales, más aún si sólo fueron 44 mil los votos de diferencia, sobre un universo de 25 millones de electores.

Nunca se supo realmente los alcances de la conversación sostenida entre Francisco Sagasti y Mario Vargas Llosa, en momentos en los que miles de peruanos se movilizaban solicitando transparencia electoral. Francisco Sagasti será recordado como el presidente que encubrió a Martín Vizcarra abiertamente, facilitó el marco legal adecuado que permitiera la designación de Bruno Pacheco como Secretario General de la Presidencia de la República, quien en el ejercicio del cargo se convertiría en uno de los principales operadores de la presunta organización criminal liderada por el golpista Pedro Castillo. Francisco Sagasti tuvo la condición de "rehén" en la residencia del embajador japonés, durante muy pocos días y el país no puede olvidar cómo al salir en libertad, mostró con aparente orgullo el "autógrafo" del terrorista Cerpa Cartolini. Francisco Sagasti facilitó la elección de Pedro Castillo, por ello hoy debe abstenerse de recomendar pautas o derroteros políticos.

Sagasti y Max Hernández (desde el Acuerdo Nacional) pretenden ser guías en los actuales momentos, sin ser capaces de deslindar con Sendero Luminoso y los violentistas extremistas.

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