Desde la irrupción en el escenario político de Pedro Castillo y su plancha presidencial, quedó absolutamente claro que estábamos (como hasta hoy) en las antípodas ideológicas de quienes integraban el gobierno. Nuestra postura siempre estuvo por pedir la renuncia del gobierno de Castillo y su plancha presidencial. Sin embargo, la lealtad de Dina Boluarte, mostrada públicamente con Pedro Castillo, fue indudablemente política y no necesariamente a la red criminal que tejió éste desde el poder por medio de sus familiares directos, paisanos y amigos. Lamentablemente, fue el latrocinio y la prebenda el modelo elegido para gobernar, tal como lo aseveran todas las investigaciones del Ministerio Público y la Policía Nacional. La presidente Boluarte no tuvo más opción que darle la espalda al delincuente y mostrar su lealtad primero a la patria. Las capturas, los fugados o en clandestinidad y los procesados por estos crímenes son un testimonio real de ese momento duro para el país.
Por ello, la juramentación por sucesión constitucional de la señora Boluarte fue aceptada por la mayoría de peruanos que lo único que desean es una transición ordenada, que permita realizar reformas de la Constitución para mejorar el proceso de elecciones, y hacer que la oferta electoral de los partidos, de izquierda o derecha, permitan poner en vitrina, lo mejor de sus cuadros.Sin embargo, esa no era la agenta de la izquierda radical de Sendero Luminoso y del MRTA, que ya confabula con fuerzas violentistas del Bolivia, narcotraficantes y mineros ilegales, para imponernos por la fuerza, una agenda no deseada por los peruanos: el socialismo camino al comunismo. Esa es la situación.
Hoy, estas mentes criminales que han aprovechado las legítimas demandas no cubiertas de la población (incluso las que jamás fueron atendidas por Pedro Castillo durante su mandato), continúan azuzando, instigando, cuando no amenazando a los ciudadanos, para obligarlos a marchar en sus provincias, a bloquear vías, enfrentar a las fuerzas del orden y a marchar hacia Lima para intentar “tomar lima”. La estrategia o la “misión” no es atender las verdaderas necesidades del pueblo, como son mejorar la atención de salud, agricultura, comercio y lucha contra la pobreza, eso no está en el “menú” ofrecido a los manifestantes, si no el “canto de sirena” llamado “nueva constitución”, “renuncia de Dina Boluarte”, “cierre del Congreso” y “libertad para Pedro Castillo”. Lamentablemente, algunos caen en sus redes por ignorancia o frustración. Ardua tarea la de los partidos si quieren recuperar esos espacios lastimados de la sociedad.
Es por eso que nos permitimos decir que la agenda criminal no debe ser acatada ni por la población, ni por el gobierno de transición de la señora Dina Boluarte. Hacerlo sería renunciar a la voluntad de las mayorías que desean una transición pacífica. Sucumbir a los caprichos de minorías violentas con probada motivación política e ideológica es totalmente dañino para el país. La única forma de acabar con la fuerza bruta de los radicales es tener una estrategia social basada en el diálogo, que ayude a paliar las necesidades postergadas, y una estrategia de seguridad y orden interno, con el uso adecuado de la inteligencia policial operativa, que sea capaz de poner tras las rejas, sin violencia, a quienes hoy quieren regar las calles de sangre y tomar el poder del país. El gobierno debe persistir siempre en el dialogo, en la inversión social y en la imposición del principio de autoridad. Por eso, no queda otra que, ¡Resistir, resistir! ¡Sí, se puede!