A raíz de las protestas que se han ido desarrollando en el país, las cuales han desencadenado la reciente crisis política, ha vuelto a aparecer con mayor intensidad el tema de la realización de una asamblea constituyente. El cual, si bien no había sido un asunto zanjado, ahora, por las manifestaciones, estaría ganando más apoyo popular.
Se podría decir que la izquierda política es la más interesada en que se lleve a cabo una asamblea constituyente. Muchos de sus prosélitos han sido los que hace tiempo ya, han ido creando discursos a favor de un cambio de constitución, el cual debería de darse a fin de “refundar la república”. Tales discursos han engendrado narrativas que en la mayoría de casos se han basado en populismos y engaños.
A pesar de ello, muchos ciudadanos ahora creen que la solución a los problemas del país estaría relacionada con la celebración de un proceso constituyente. Fundamentan ello, en que, para resolver los problemas, tanto políticos, como sociales y económicos, se debería cambiar la estructura del Estado, modificar el régimen económico y reconocer más derechos en una nueva constitución que surja del “verdadero pueblo”, que esté representado en una asamblea constituyente.Gran parte de estas ideas se han dado por la influencia que la izquierda ha ido generando en ciertos sectores de la población.
Por otro lado, muchos promocionan la realización de una asamblea constituyente sin saber qué es lo que ello significa, evidenciando cierta ignorancia al respecto. Y sí, es verdad que existe desconocimiento sobre la asamblea constituyente en gran parte de la población. Y de eso, muchos demagogos se han aprovechado para divulgar propuestas afines a su ideología, dejando de lado la evidencia y los resultados que se han logrado con la actual Constitución.
Sin embargo, tal ignorancia sobre el tema de la asamblea constituyente no debería generar burla ni desprecio hacia los conciudadanos que no saben del tema. Es preciso ser conscientes de que ese desconocimiento es también culpa del Estado fallido que tenemos, más que de la población. Y ello es así, porque estamos dentro de un Estado que no ha podido canalizar entre su pueblo el significado ni el contenido de su actual Norma Fundamental.
A la ignorancia no se la combate con desprecio ni mucho menos con arrogancia. A la ignorancia se la combate con conciencia y educación. Es así que, como miembros de un mismo país, deberíamos formarnos entre nosotros mismos un civismo constitucional, en donde prime el respeto por las instituciones en las que se apoya la democracia; y de existir discrepancias relacionadas al contenido de la Constitución Política vigente, éstas se traten con el mayor entendimiento posible, mediante el libre y amplio intercambio de ideas.