En los últimos días y en medio de los violentos atentados que acompañan las “protestas”, desde distintos sectores empezando por la presidente Dina Boluarte, se empeñan en invocar al diálogo por la paz. La pregunta es: ¿Con quién podría ser posible conversar?
Desde el Ejecutivo, sus voceros dan la cara no solo para informar sobre la dramática situación que vive el país sino también para explicar que los reclamos de la turba: el cierre del Congreso sería ilegal —como lo fue le golpe de Estado que perpetró el 7 de diciembre Pedro Castillo—, la convocatoria a una Asamblea Constituyente no depende del Ejecutivo ni del Congreso y la renuncia de Dina Boluarte solo hundiría al país en un caos mayor.
Además, en su mensaje del último jueves, Boluarte subrayó que ninguno de los reclamos tiene que ver con las necesidades de las personas que se han desplazado a Lima desde el sur. Es que, si tuvieran que ver con las carencias de sus pueblos, debieran apuntar a las autoridades de sus regiones que reciben millonarias regalías de las mineras, las mismas que se empeñan en destruir.
“Ustedes quieren quebrar el Estado de Derecho y generar el caos y la violencia”, sentenció Dina Boluarte.
¿Quién da la cara desde el lado de la protesta?, ¿Con quién podría llegarse a un acuerdo? Nadie da la cara. Solo se ha visto a la congresista Sigrid Bazán, con su camiseta roja en las instalaciones de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos azuzando a los ciudadanos a marchar, ¿Se hará cargo Bazán de las consecuencias de la marcha que ella misma alentó? Ni siquiera tuvo las agallas de encabezar la movilización. Muy valiente posteando en Twitter con su Iphone, queriendo instalar el relato que el incendio del edificio histórico del Centro de Lima fue provocado por una bomba lacrimógena.
¿Quién se hace cargo de los peruanos movilizados desde diferentes zonas del sur? ¿Lo hará el rector de la UNI que albergó a los marchantes?
Al igual que los violentistas que se cubren el rostro para perpetrar sus fechorías y lanzarle piedras a los policías, así se parapetan los verdaderos azuzadores de la violencia. No dan la cara. Se esconden porque saben que sus acciones no quedarán impunes.
Valientes para azuzar y cobardes para enfrentar. Los peruanos que queremos la paz, defender nuestras instituciones y a la democracia y añoramos un país mejor para todos, no nos vamos a dejar derrotar por la violencia.