Estimado Ing. Alberto Fujimori:
No imagino su sentir en este momento. Estaba preso y enfermo, pero con la tranquilidad de haber dejado un país que tranquilamente podía avanzar independientemente hacia un camino de desarrollo y prosperidad. Hoy, lamentablemente, 23 años de antifujimorismo, reorganización y educación senderista, han ganado. Hay que decirlo, han ganado. Abimael Guzmán ha muerto, pero dejó toda una maquinaria servil a su causa, que lamentablemente ha tenido éxito.
Y la “derecha” aprovechó el momento que dejaste. La economía pasó a ser lo más importante mientras Sendero tomaba el SUTEP. El Conare reorientaba la educación al pensamiento gonzalo mientras la PUCP giraba cada vez más hacia la izquierda más radical. Las mineras caían en el cuento de las buenas intenciones y lejos de contratar comunicadores para el desarrollo, contrataban sociólogos y antropólogos de San Marcos y la Católica, que solo enardecían el resentimiento popular con campañas de género que no le sirven a nadie más que a su causa ideológica. Siempre el socialismo fue tan internacionalista, como bien sabía. Y esa izquierda dejó de llamarle al terrorismo por su nombre y empezó a decirle “conflicto armado interno”, porque Ginebra les gusta más que el Perú.
Apareció una casta de políticos y periodistas que han tomado su nombre, ingeniero, hasta para justificar por qué llegaron tarde a casa. Usted pasó a ser más malo que el mismo Abimael Guzmán. Pasó a ser un cobarde, un asesino, a no tener mérito de la pacificación, a ser el terrorista. La gente olvidó los campos de concentración Asháninkas, Lucanamarca, Soras, Aranhuay y Tarata. Olvidó los perros colgados, los policías asesinados y las atrocidades que hacían los terroristas a quienes no se unían a la lucha armada.
La profesora que murió ahogada en una acequia con una espina atravesada en la lengua, con su hijita de 9 meses lactando amarrada a su pecho, María Elena Moyano y los miles de jóvenes que huían de Sendero y fueron decapitados, quedando sus cabezas como “navidad” en los árboles de la selva; han sido olvidados por una generación que prefiere la leche de almendras y hablar de socialismo desde algún restaurante vegano y orgánico.
Si bien, ingeniero, mi familia y yo tenemos grandes discrepancias con algunas de sus medidas y no formamos parte de su partido o compartimos sus ideas, siempre le estaremos agradecidos por haber pacificado el país. Me rompe el corazón que hoy, en el ocaso de su vida, vea que el Perú vuelve a caer en lo mismo, o en algo peor, porque hoy hay peruanos que señalan que la policía responde hasta hoy a usted y a Montesinos, que son ternas infiltrados, que son ellos disfrazados los que generan la violencia. Las redes sociales han sacado a flote miles y miles de personas que piensan que “se ha terruqueado” a Abimael Guzmán por ser un líder social que buscaba justicia.
¿Qué hacer, ingeniero? El gobierno es tibio para reaccionar, no deja actuar a las Fuerzas Armadas y no van a detenerse hasta que haya una asamblea constituyente todopoderosa que les permita perpetuarse en el poder y no solo eso, eliminar el artículo 140 de la Constitución, que señala que sí se puede usar la fuerza en caso de traición a la patria en tiempos de guerra o terrorismo, que estamos viviendo como si no hubieran pasado menos de 50 años.
Lamento profundamente que 23 años de antifujimorismo promovido por las izquierdas y la derecha resentida liderada por Vargas Llosa, hayan manchado su buen legado. Que los jóvenes no hayan decidido disentir, que las empresas mercantilistas no hayan invertido en educar y dar batalla cultural.
Sin embargo, le puedo asegurar que hay una generación que no se dejó engañar. Esta vez no habrá un éxodo de peruanos. No vamos a irnos. Nos quedaremos a pelear por este país que nos vio nacer, por este suelo que nos vio crecer y que no puede ser tomado por el socialismo que ya nos rodea geográficamente y pretende asustarnos con sus comunicados de apoyo al terrorista Pedro Castillo Terrones.
Al menos desde aquí y firmemente, termino esta humilde carta agradeciéndole y gritando a voz en cuello: ¡Viva la Constitución del 93! ¡Viva la libertad! ¡Viva el Perú!