OpiniónMartes, 31 de enero de 2023
El show del malabarista, por Alfonso Baella Matto

En los últimos días nos hemos vuelto, involuntariamente, férreos expectantes de un show que pone en riesgo el futuro del país. Un espectáculo improvisado que ha convertido al Parlamento en un circo, lleno de acrobacias, ilusiones, equilibristas y falsas personalidades. El problema empezó el jueves de la semana pasada, cuando la bancada de Fuerza Popular dio un giro sorpresivo. El fujimorista Nano Guerra presentó un pedido de reconsideración a la votación sobre el adelanto de elecciones generales para 2024, a fin de que estas sean en 2023. Esta solicitud no solo sorprendió a las demás bancadas dentro del pleno, sino también al mismo presidente del Congreso, José Williams, quien marcó distancia en un inicio con la propuesta añadiendo que no tenía conocimiento sobre el tema.

En un exiguo intento por justificar su accionar, Nano expuso dos motivos que, hasta ese entonces, fueron presentados como irrefutables realidades. En principio, se refirió a la crisis política que afronta el país y la necesidad de una salida rápida. “Hay que ver las calles. Esta propuesta no es una consigna partidaria, es una necesidad del país”, expresó en el hemiciclo. En segundo lugar, señaló que no se iba a llegar a un consenso con las bancadas de izquierda frente a las reformas constitucionales para las elecciones en 2024, ya que estas condicionan su voto a la Asamblea Constituyente. Sosteniéndose en esas dos premisas, la bancada fujimorista se aventuró, nuevamente, en la búsqueda de 87 votos, con una izquierda irracional y una derecha totalmente dividida en base a convicciones e ideales o, simplemente, intereses propios.

El extenso debate por el adelanto de elecciones nos lleva a cuestionar el ambiguo e insustancial discurso de Guerra García. ¿Acaso existe consecuencia en este sustento o es simplemente un intento acrobático por llevar a cabo la estrategia política fujimorista de cara a los próximos comicios? No es necesario estar muy pendiente del panorama político nacional para darse cuenta de que el mayor beneficiado de un eventual adelanto de elecciones sería Fuerza Popular.

Este último fin de semana, Nano se ha dedicado a hacer malabares para convencer a las demás bancadas de acompañarlo en su designio suicida. "No estamos ni con los chantajistas” —en referencia a los que secundan la violencia desde el Congreso— “ni con los negacionistas” —en alusión a los que creen que se debe cumplir el periodo hasta el 2026—. Junto a la bancada, parece no haber encontrado otra solución a su incapacidad de lograr consensos más que la dimisión del Parlamento. Por otro lado, su propuesta no solo se adecúa a los “tira piedras”, sino que evidencia claudicación ante la subversión y establece un peligroso precedente.

En el circo, la caída de un equilibrista causa risa; en la política, vergüenza. Pero a estas alturas solo produce malestar y más frustración. No estamos para shows improvisados, sino para tomar decisiones que calmen, no a la turba, sino a 33 millones de peruanos.

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